Si
tuviera que condensar en unas pocas líneas qué nos cuenta el nuevo poemario de
Isabel Martínez Barquero reconozco que tendría serios problemas para lograr mi
objetivo. No creo que la poesía, en general, admita ser explicada de un modo
rectilíneo y nítido, porque siempre nos dejamos fuera el aliento del misterio,
la magia de la luz lírica; pero es que los poemas que se cobijan dentro del volumen
El nervio de la piedra (que nos
entrega el sello Ediciones Oblicuas) son mucho más escurridizos aún, porque
incorporan una larga serie de imágenes oscuras, inestables o ambiguas, que
difuminan sus contornos y los vuelven proteicos, galvánicos. Así, cada texto de
los que componen el volumen queda abierto a múltiples interpretaciones, que
provocan el pasmo y la intriga de los lectores, por su condición líquida y
misteriosa. ¿Qué ha querido decir exactamente la autora en este poema? ¿Qué ha
querido consignar o denunciar en este otro? ¿Cuál será la interpretación más
adecuada para el de más allá, que parece una auténtica bajada a los infiernos?
Quizá sólo ella lo sepa. Y en ese cofre enigmático se esconde la llave última
para El nervio de la piedra. En ocasiones,
las líneas esconden menos niebla, y entonces sonreímos, porque creemos acceder
al fondo estricto de la comprensión. Puede servir como ejemplo la composición
que ocupa la página 33, “Hipocresía cotidiana”, cuyos versos rezan de este
modo: “Una vez más, / se derogan soles / en avenidas oscuras, / se desfiguran
días / en modelar nuevas formas, / impávidas máscaras / para la ardua tarea de
esconderse”. Pero lo más frecuente es, como digo, que el sentido de las
palabras juegue al escondite con quien las recorre, y que debamos confiarlo
todo a la intuición anímica. Julio Cortázar le escribió una vez a José Lezama
Lima que, leyendo con fervor y con gran interés unos versos suyos, se había
sentido perdido y confuso, porque no lograba situarse en el mismo ángulo de
interpretación que el poeta cubano. “Excéntrico a ese punto” (le decía) “todo
el sistema se me escapa”. Sumérjase el lector de poesía en las páginas de
Isabel Martínez Barquero y pruebe a encontrar su propia versión del contenido.
Puede ser una aventura tan sugerente como enriquecedora.
1 comentario:
Menos niebla a esconder.
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