En literatura, como en casi todas las
actividades culturales (pintura, música, danza), a veces hay que tener un punto
de insolencia, un plus de adrenalina que te haga lanzarte al vacío si estás
convencido de que tienes algo que decir y que merece la pena intentarlo. Es lo
que ocurre con Pascual Alacid Peñaranda, un joven por cuyas venas corren la
electricidad, la música y las letras y que en las últimas semanas de 2012 dio
el paso de publicar su novela Nenúfar,
dinámica e interesante, que constituye su primer proyecto en el complicado
mundo de la edición.
Estamos en el año 2061. Mario y
Estrella son novios y viven en Madrid. Él trabaja en una compañía de seguros y
ella en una de danza. Por la televisión dan el anuncio de que un meteorito
pasará pronto cerca del sistema solar. Tras algunas informaciones
contradictorias se produce, por fin, el temido impacto con la Tierra. La
situación en España se vuelve de pronto insostenible: más de la mitad del
territorio ha sido devorado por las aguas y se estima que varios millones de
personas han perdido la vida durante la catástrofe. Ahora, se inicia el tiempo
de la supervivencia: hay que salir a buscar provisiones. Por lo pronto, los
protagonistas de la obra escuchan por televisión que se están habilitando
antiguas plataformas petrolíferas como nuevos habitáculos humanos, con
capacidad para 30.000 personas. Se les llamará nenúfares y son la esperanza para la recuperación de la humanidad.
No obstante, la situación en el país es cada vez más complicada: de hecho, se
produce un inesperado golpe de estado que consigue “asesinar a la reina
Letizia” (p.47) y que instaura un feroz proceso de control por parte de los
militares.
No les voy (discúlpenme) a contar más.
Pero sí les adelanto que cuando se sumerjan en la lectura asistirán a
persecuciones febriles, disparos, suicidios (se les formará un nudo en la
garganta en la página 131), sorpresas, momentos claustrofóbicos, inquietantes
revelaciones científicas y hasta secuencias donde el horror y la antropofagia
les pondrán los pelos de punta. Y todo ello servido con una prosa rápida,
directa, que evita perderse en florituras.
Pascual Alacid Peñaranda sabe lo que se
está haciendo. Tiene 27 años y ya ha dado su primer fruto en forma de novela.
No era fácil. No era nada fácil. Y ha superado la prueba.
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