domingo, 11 de enero de 2009

El archivero de la Lubianka



El escritor y académico francés Jean Dutourd lo escribió en su voluminosa novela Los horrores del amor: “Hay que ser vigilante, hay que estar persuadido de que las cosas no se adquieren nunca para siempre, hay que tener miedo sin cesar”. Igual certidumbre atenaza a Pável Vasílievich, un antiguo profesor de literatura de la academia Kírov que, por avatares de la dictadura stalinista, se halla durante el año 1939 trabajando en la Lubianka, cuartel general de la KGB soviética. Allí le han encomendado la misión de ordenar y archivar los documentos literarios que se requisan a escritores de primer y segundo orden en Moscú, sospechosos de no ser demasiado afectos al nuevo régimen comunista. Y la acción de esta obra se inicia justo cuando está a punto de entrevistarse con uno de los escritores a los que siempre ha admirado: Isaak Bábel. Sus cuentos (que le parecen tan hermosos y tan admirables) están siendo puestos en cuestión por el nuevo sistema gubernamental, que los juzga obscenos, provocadores y antirrevolucionarios. Pero Pável, sensible a la belleza de su literatura, se niega a admitir ese juicio.
Al mismo tiempo, el funcionario de la Lubianka está viviendo un continuo calvario, que se desarrolla en varios frentes: de un lado, su mujer, Elena, a la que adoraba, ha muerto hace pocos meses en un atentado que hizo descarrilar el tren donde viajaba, y el papeleo para recuperar sus cenizas y sus pertenencias se está convirtiendo en una auténtica odisea administrativa, casi kafkiana; de otro lado, su propia madre está comenzando a experimentar graves fallos de memoria, que serán absolutos en apenas poco tiempo; y de un tercer lado, no puede dejar de observar que algunos de sus mejores amigos, como el profesor Semión o el constructor Víktor, van siendo represaliados con lentitud imparable, sin que nadie pregunte y sin que nadie trate de impedirlo. Los dos únicos consuelos que a Pável le quedan son la literatura y el sexo lánguido que le ofrece su vecina Natalia, una mujer a la que la vida también ha golpeado con la muerte de sus hijas y el alejamiento de su marido.
Entristecido, amargado y noble, Pável decide rescatar algunos cuentos de Isaak Bábel y esconderlo en el sótano de su casa, hasta que a finales de 1939 se da cuenta de que pronto van a venir a por él también, para depurarlo de su cargo. La mejor noticia para la serenidad de su espíritu es que, en noviembre de 1939, ignoraba que Bábel sería fusilado por la NKVD soviética a finales de enero de 1940. El archivero de la Lubianka es una obra muy bien escrita, de gran espesor humano y de excelente ambientación espacial e histórica, que nos permite acercarnos al lado oscuro (el único que tuvieron) de los servicios secretos de Stalin, sin que la novela derive hacia el panfleto o peque de sensiblería. Francamente recomendable.

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