Catulo,
el bravo poeta italiano, lo dijo imperecederamente en una de sus páginas:
“Difficile est longum subito deponere amorem”. En efecto: es casi imposible
abandonar de pronto un largo amor. Y como “amor” conviene definir, porque el
sustantivo resulta exacto, el vínculo que el catedrático Francisco Javier Díez
de Revenga ha establecido desde siempre con la figura y la obra del escritor oriolano
Miguel Hernández, sobre quien ha compuesto y dictado lecciones imborrables.
De ese
fervor se nutre el volumen Miguel
Hernández: en las lunas del perito, que acaba de ver la luz en la Fundación
oriolana que lleva el nombre del poeta. Allí, reunidos en feliz orden,
encontramos un buen número de detalles sobre el “genial epígono” del 27 (Dámaso
Alonso dixit), sobre “el sorprendente muchacho de Orihuela” (habla ahora Juan
Ramón Jiménez) o, si nos ceñimos al fulgor de la poesía, sobre el autor de las
“Nanas de la cebolla”, la “Elegía a Ramón Sijé” o los versos incandescentes de El rayo que no cesa.
Con el
acostumbrado rigor que preside sus trabajos, el catedrático murciano se acerca
a la historia de cómo Perito en lunas
se fue conformando (con octavas descartadas, con rectificaciones textuales) y
vio la luz en la colección Sudeste (se reproduce incluso el contrato de edición
en la página 27); nos aproxima hasta los dialectalismos que aparecen en los
versos juveniles de Hernández; nos sintetiza jugosas anécdotas sobre la amistad
que lo unió a grandes periodistas murcianos, como José Ballester o Raimundo de
los Reyes; nos informa sobre las colaboraciones de Miguel con la Universidad
Popular de Cartagena; nos explica las vinculaciones literarias y amistosas que
lo unieron a los componentes del 27; nos aporta explicaciones acerca de las
deudas que la poesía de Hernández tiene con Góngora y Quevedo, con Lope y con Calderón
de la Barca, con Rubén Darío… pero también con el fresco y sencillo venero de
la poesía popular, que humedeció sus raíces líricas de principio a fin; nos
habla de sus conexiones con el artista murciano Ramón Gaya (ambos nacieron en
octubre de 1910, con veinte días de diferencia); o nos transcribe unos versos donde
el malogrado poeta de Orihuela llega a sugerir y anhelar “nada menos que el
trasvase del Tajo y del Ebro a las huertas de Levante” (p.298).
¿Un libro
para profesores? Qué duda cabe. ¿Un libro para especialistas y críticos
literarios? Por supuesto que sí. Pero, sobre todo y ante todo, un libro para
lectores enamorados de Miguel Hernández, para quienes se hayan sentido
conmovidos hasta las lágrimas con sus versos. Porque, por encima de su
erudición y de su vasta sabiduría, eso es Francisco Javier Díez de Revenga: un
lector de Hernández que nos ayuda a entender mejor muchas de sus composiciones.
1 comentario:
Este hay que saborearlo si o si...
Beso 💋
Publicar un comentario