Imaginemos
a una locutora llamada Elisa Montes. Su vida personal no está resultando en los
últimos tiempos precisamente fácil: su marido y ella han roto relaciones; su
madre se encuentra en un centro asistencial, con una enfermedad degenerativa;
tuvo la abandonar la emisora donde trabajaba antes, por un incidente más bien
desagradable; etc. Ahora dirige y presenta un programa nocturno de radio
llamado La sonrisa de la luna, donde los múltiples habitantes de la
noche (los insomnes, los solitarios, los tristes) exponen casi en susurros sus
lamentos y sus amarguras... Imaginemos ahora a un muchacho llamado Marcos
Galván, que tampoco ha tenido un pasado sencillo: unos padres que nunca han
respondido a sus expectativas; una conflictiva cosmología sexual; una lectura
constante, turbia y más bien sesgada de la Biblia, que le hace imaginarse que
alguien (obviamente, él) deberá convertirse en el redentor moral del mundo...
Imaginemos por último a un inspector de policía llamado Alonso Marquina,
igualmente perforado por mil zozobras: una esposa que canceló su vida con la
ayuda de la farmacopea; una hija que lo culpó de aquel horror y que desde
entonces ha procurado amargarle al máximo para que jamás olvide sus
tribulaciones; un compañero que, tras salvarlo en una situación comprometida,
abusa de él como cobro por el favor...
Estos
tres personajes se verán unidos gracias a un teléfono: el que utiliza Marcos
Galván para llamar al programa de Elisa Montes y anunciarle, con un lenguaje
apocalíptico, sereno, impasible, irónico e inquietante, que los inmundos han de
ser flagelados, los pecadores destruidos y la mala simiente extraída de la faz
de la Tierra. O dicho de un modo más sencillo: que comienza su cruzada contra
el mal, de la que irá dándole anticipos en forma de llamadas telefónicas. Uno a
uno aniquilará a los que quebranten la ley de Dios, de las formas más diversas:
utilizando el fuego, el metal del cuchillo, el cojín que corta la
respiración... Ningún obstáculo lo detendrá en este torbellino higiénico, que
muy pronto se hará popular en los medios de comunicación de todo el país.
No
contaré nada más del argumento, ni de su desarrollo, ni del final de la obra.
No explicaré de qué truculentos medios se vale Marcos Galván para ejecutar sus
atroces crímenes. No detallaré sus anonadantes y turbadoras experiencias
sexuales. No desvelaré qué vínculos de recelo, amor y odio unen durante la obra
a todos los protagonistas. Les dejo ese placer a ustedes.
1 comentario:
Dices Elisa Montes y claro, yo pienso en la madre de Bea y Tito de Verano azul...😹
Me gusta la trama, mucho, pero mucho.
Besos 💋💋💋
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