Hace ochenta años que Gallimard publicó esta obra
del belga Georges Simenon, nacido en Lieja en 1903 (hace poco tuvimos
centenario, como quizá recuerden); y ahora volvemos a disponer del texto en la
editorial Tusquets, que nos ofrece a través de Javier Albiñana una nueva
traducción para los lectores españoles. En esta novela se nos refiere la
historia de Jules Guérec, un empresario cuarentón que atropella y mata a un
niño con su coche; y que, desde ese momento, ha de vivir una farsa en su hogar
(rodeado por sus hiperprotectoras hermanas) y un auténtico suplicio en sus
relaciones con la madre del fallecido, a la que incluso llegar a proponer
matrimonio para saldar su deuda.
Nos encontramos, pues, ante una reflexión sobre la
culpa, y también sobre el perdón y el arrepentimiento, muy fácilmente
relacionable con la estupenda y olvidada novela El malmuerto, de Marta Portal, en la que el atropellado era un
ciclista. Las páginas de Simenon, como es habitual, está redactadas con una
prosa directa y ágil, y se rematan con un hermoso final melancólico.
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