En
estas páginas misceláneas de Juan Manuel de Prada (que vieron la luz al final
del siglo XX en Sial) descubrimos cómo el escritor vizcaíno vuelve a
cautivarnos con su mirada lenta y profunda, que penetra en las cosas y los
seres y los radiografía con la exquisitez proteica de su vocabulario, con ese
humor sutil que a veces destila la inteligencia. Así, señala las servidumbres
traumáticas del actual culto al cuerpo (“Mujeres maltratadas”, “La barriga”);
reivindica a ciertos personajes que chapotean en los arrabales del arte (“Ed
Wood”, “Bela Lugosi”); dispara humoradas hiperbólicas contra la publicidad
abusiva (“Correo comercial”); desgrana los pormenores de una persecución
erótica desquiciada de la que fue víctima (“Escalofrío”); apuesta por la
nitidez y la libertad lingüísticas, aunque estas vulneren las mentecatas
dictaduras de la corrección política (“Lápiz rojo”); incurre con aplicado
fervor en el sarcasmo (“Libros con prospecto”); visita los barrios de la
ternura (“Berenjeno”); y nos enumera el catálogo variopinto de sus filias y
fobias (“Tuteo”, “La matanza”, “Gimnasios”). Pero tampoco desdeña la inserción
de evocaciones autobiográficas, quizá las más elocuentes, emotivas y
reveladoras del volumen (“El seiscientos”, “Alopecia”, “S.L.” o “Timidez”).
Todo
Prada (o al menos una buena parte de él) está aquí. Estas son las botellas que
el joven náufrago, recién llegado a la inhóspita isla de Madrid, fue regalando
al mar con la esperanza de comunicarse con sus semejantes. Luego, conforme los
meses van desgranando la letanía impiadosa de su goteo, él afirma que su
público está formado por “tres o cuatro lectoras que todavía me soportan”
(afirmación que tiene más de coquetería que de análisis riguroso).
Otra muestra más del primer Juan Manuel de Prada, brillante y ambicioso en el mundo de las letras.
1 comentario:
Al ver la portada del libro pensé que la vena erótico-festiva desplegada por el autor en "Senos" estaría también presente en este volumen. leídos los asuntos de los distintos relatos deduzco que no va por la senda rijosa, aunque sí por la festiva. y es que Juan Manuel de Prada tiene un buen y grande sentido del humor.
Estoy esperando a que en las bibliotecas aparezca la segunda entrega de "Mil ojos esconde la noche" para sacarlo y leerlo. La primera me agradó. He leído que esta segunda es peor que la anterior, pero bueno ya se verá.
Un abrazo, Rubén
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