sábado, 9 de junio de 2018

Corazones negros




Tiene magia. Es así de simple y así de hermosamente indefinible. Noelia Lorenzo Pino (Irún, 1978) tiene magia para construir historias, para esculpir personajes, para narrar. Ese tipo de don es tan impactante como arbitrario. O se tiene o no se tiene. Y la irundarra lo tiene, ya lo creo que sí. Lo que parecía bastante evidente en sus primeras novelas se ha convertido en certeza absoluta en Corazones negros, editada por el sello Erein.
Primero, porque ha sido capaz de concebir durante años unos personajes sólidos, creíbles, densos, memorables: Juncal Baraibar, Eider Chassereau, John Ander Macua, Koldo Mayo, Peio, Eneko, el subcomisario Padura... Segundo, porque ha sabido construir con ellos unas historias tan magnéticas como convincentes, donde realidad y fantasía se entrecruzan de un modo eficaz para mantener hechizados a quienes se sumergen en ellas. Y tercero, porque ha logrado la proeza más difícil: que de cada novela a la siguiente los lectores no pierdan el contacto con sus personajes, no se aparten mentalmente de ellos, no los abalancen al olvido.
En La sirena roja nos acercaba hasta la comisaría de la Ertzaintza en Oiartzun con un caso sorprendente: un misterioso asesino que estaba acabando con la vida de personas tatuadas, para después cortarles la zona de piel donde tenían grabado el dibujo. Y en La chica olvidada nos situaba ante un teórico asesino múltiple, que había actuado de forma brutal en 1999 y que volvía a hacerlo en 2013. En ambos volúmenes nos sedujo con los protagonistas que arriba quedan apuntados y los fue perfilando como criaturas novelescas de primera magnitud. Pero ahora, en las páginas de Corazones negros, Noelia Lorenzo Pino se atreve a ir más allá y nos instala en mundos cenagosos, perturbadores, inquietantes hasta la náusea: la trata de blancas, la esclavitud sexual, el tráfico de drogas, las traiciones entre compañeros. Bastará añadir que uno de los protagonistas claves de este ciclo de novelas encuentra la muerte y que otro de ellos es el culpable directo de la misma. ¿Se le puede añadir más tensión y más morbo a un resumen?
Si Friedrich Dürrenmatt escribió sobre el retorno de una vieja dama, nosotros celebramos hoy la alegría de que la joven dama de la novela negra más reciente vuelva a nuestro lado. Y más aún cuando cierto asunto relacionado con unos huesos nos permite sospechar que la siguiente entrega ya bulle en la mente de la autora. Noelia Lorenzo Pino ha venido al género negro para quedarse. Y qué alegría que así sea.