domingo, 26 de enero de 2014

Maldito vicio



Me gusta que los años lleguen como ha llegado este 2014: regalándome la posibilidad de conocer a autores interesantes. Así ha ocurrido con Carlos de la Fé. Su nombre me llegó a través del azar (Internet, Facebook, los mecanismos modernos), y de ahí caminé hasta la portada de este volumen lanzado por la editorial Nazarí, de Granada, en su colección Mexuar. En dicha portada, bajo una ilustración muy sugerente y muy perturbadora de Santiago Caruso, se lee lo siguiente: «Las autoridades literarias advierten: Leer microrrelatos puede ser perjudicial para su ignorancia». ¿Cómo no abalanzarse sobre un libro que se presenta de tan seductora manera?
En su interior hallamos 42 propuestas de variadas extensiones pero de similar brillantez, en las que el autor juega caprichosa, voluble, inteligentemente con las palabras y con los temas, dibujando un territorio en el que adquieren una especial importancia los temas derivados del mundo de la literatura y sus conexiones. Así, “All the things you are” nos entrega un pequeño relato donde el escritor habla de la tarea de escribir y de los lectores, en un juego de espejos construido con elegantísima prosa; “Nihil obstat” es una parodia hilarante de los ejercicios que se proponen en los talleres de creación literaria (y de éstos también, obviamente); “Cuento para matar, aDiós” nos desgrana los numerosos inconvenientes (y los insultos que te brotan de la garganta) cuando acabas de dar con la forma de terminar un cuento y, en ese preciso instante, se va la luz y te encuentras imposibilitado; “Gambito de dama” abundará en el siempre difícil equilibrio entre la práctica nocturna de la literatura y las relaciones de pareja; y luego una serie de homenajes deliciosos a Calvino (“Si una noche de invierno”), Hemingway (“Sangre en las rocas”), Cortázar (“Continuidad de las babas”), Gustavo Adolfo Bécquer (“Poesía”), García Márquez y Monterroso (“The Big Sleep”) o Eduardo Mendoza (“Sin noticias de Prug”).
Pero esta colección, desde luego, contiene muchas más cosas: historias de pobreza y Navidad aderezadas con grandes dosis de ironía y que funcionan como un reloj suizo (“Yinguel Bels y Jalo Güin”); enternecedores, bellísimos análisis de la desmemoria y la consunción (“Volver a los diecisiete”); intensos relatos sobre la locura y los laberintos de la mente de un poeta, Leopoldo María Panero, siguiendo el modelo de círculos concéntricos de Dante en su Divina Comedia (“Novísimos infiernos”); etc.
Manejando como armas la ironía, una voluntad libérrima de escritura (las páginas donde nuestro autor se permite juegos, transgresiones y osadías son extraordinariamente magnéticas) y una cultura fresca y rozagante, que le facilita todo tipo de aventuras literarias, Carlos de la Fé consigue una obra rotunda e innovadora, digna de un cronopio, en la que se advierten maneras de auténtico creador y relatos de sólido prosista.

En el epílogo del volumen podemos leer cómo Ángel Olgoso, maestro de la ficción breve, elogia de esta obra «su diabólica habilidad para jugar con el marco narrativo, los recursos, las gradaciones y los finales, para agrietar, perforar o destrozar del figura del escritor o del sujeto cotidiano, para incorporar términos vivos del lenguaje» (p.156). No son elogios casuales ni que contengan hipérbole. Carlos de la Fé se los ha ganado a pulso. Y posiblemente los hará suyos una buena parte del público que se acerque hasta los relatos de este libro.

1 comentario:

Carlos de la Fé dijo...

Gracias, Rubén. Agradecido por tus palabras y encantado por una lectura tan profunda. Nada satisface más que comprobar que lo que se escribe llega de alguna manera. Ahora me toca leerte. Será un placer. Un abrazo.