Diego Pita, que según afirma la solapa de este
libro editado por Xordica nació en Santa Bárbara, Estados Unidos, en 1972, nos
entrega en La vaca sagrada una breve
colección de historias (doce en total) donde los animales adquieren un elevado
protagonismo.
En “Spike” nos ofrece la historia de dos gatos: uno
gordo y desaforado a la hora de comer (Spike) y el otro añorante de la vida
agreste (Woo Woo). Finalmente, ambos son tratados por un psiquiatra. En “El
perro sarnoso” descubrimos a un animal agresivo y atrabiliario, que tiene
constantes pesadillas sobre su viaje al otro lado de la muerte, donde le
esperarán sus rencorosas o justicieras víctimas. En “Walter el cerdo” nos
toparemos con un guarro que, tras ser criado con todo lujo de mimos en un piso
madrileño, es asesinado por sus congéneres cuando lo llevan de vacaciones a una
pocilga. En “Charlie, el hijo de la mona Chita” se nos relata cómo el
protagonista sueña con escribir sus memorias, donde contará jugosos secretos,
como que el político Winston Churchill no era en realidad inglés, sino malayo.
Charlie, que bebe ocho litros diarios de Pepsi-Cola, se casó con una humana,
por su buen volumen pectoral, aunque se divorciaron dos años después,
dedicándose la mujer a contar su experiencia en platós televisivos. En “La mula
Francis” se nos aclara que el célebre animal era hijo de Terry El Capullo y que
comenzó a hablar en su intento de parecerse a Billie Hollyday. Y en “El
elefante pretencioso”, por ceñirme a los seis primeros, nos comunicará que el
proboscidio que lo protagoniza habla varios idiomas, gusta de tomar el té y es
aficionado a la lectura de los clásicos victorianos...
Las otras seis historias que completan el tomo
disfrutan del honor de no ser mucho peores que éstas.
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