Si
hablamos de Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg es muy
probable que la inmensa mayoría de los lectores (incluso de los lectores
informados) abran la boca en señal de estupefacción. Pero si añadimos que este
poeta fue conocido con el sobrenombre de Novalis la cosa seguramente cambiará
para muchos. Autor de vida corta y obra intensa, Novalis ha tenido una
presencia constante en la poesía europea durante todo el siglo XX, sobre todo
por sus Himnos a la noche.
Gracias a Ediciones Linteo disponemos ahora de un volumen delicioso que,
traducido y prologado brillantemente por Antonio Pau, reúne sus Poemas tardíos en un
magnífico tomo bilingüe, que se vertebra en tres secciones, llenas de belleza y
de versos memorables.
La primera se titula
"Poemas de Freiberg" y en ella se nos trasladan muchas ideas
interesantes: que el poeta es alguien que "prefiere permanecer callado
cuando está contento" (p.31); que debemos ser hospitalarios con aquellos
seres que, por azares de la vida o la fortuna, deambulan sin rumbo
("Permaneced amables con el extranjero. / Escasas alegrías le están
deparadas", p.31); que el núcleo de la sabiduría auténtica se cifra en
aquella frase clásica que conviene no olvidar ("Conócete a ti
mismo"); o que la poesía, a veces, se convierte en un lugar mágico desde
el que emitir ideas nuevas ("Inauditas, potentes / cosas nunca dichas por
labios mortales / quiero proclamar", p.55). No falta tampoco en este
apartado algún poema más coyuntural y pedestre, como el que dedica al
aniversario de la mina Augusta, justamente olvidable.
La segunda sección son
los "Poemas del regreso", que contiene textos de amor tan deliciosos
como el que lleva por rótulo "A Julia", donde asegura que la muerte
no tiene poder bastante para cancelar el vínculo espiritual que une a dos
personas auténticamente enamoradas. Igual de contundente se muestra a la hora
de analizar ciertos dolores, cuya eternidad penosa se le antoja evidente
("Hay algunas heridas que están doliendo siempre", p.91). Como
detalle anecdótico, ahí está la composición "A Tieck", dos de cuyos
versos provocan un cierto espeluzno, sobre todo porque recuerdan a una célebre
profecía ideada por Adolf Hitler ("Proclamarás el último reino, / que
durará mil años", p.67).
Y el tercer bloque son
los "Poemas de la novela Heinrich
Von Ofterdingen", donde el poeta se queja de que, hablando en nombre
de todos y pensando en todos, no recibe agradecimiento alguno por parte de los
destinatarios de sus palabras (pp.113-115); y donde, también, asevera que los
arrebatos pasionales y su lamentación pueden unirse de forma indisoluble
("Lágrimas de amor, llamas de amor, / juntas fluid", p.167).
En suma,
libro para leer con calma, en silencio, preferiblemente de noche, y en el que
están contenidos todos los primores de aquel vate romántico y desgraciado, que sufrió de amor y que ha dejado una huella perdurable
en la Historia de la Literatura.
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