Cualquiera que haya pasado por el mundo de las aulas sabe que la Logse ha sido uno de los desastres más notorios, flagrantes y duraderos de la historia educativa española, y aun europea. Miles de pedagogos con más cara que espalda, psicólogos de pacotilla y desertores varios del noble arte de la enseñanza (que desean a toda costa seguir viviendo del cuento) nutren la pléyade de quienes, negándose a admitir la evidencia de los números, insisten en que el sistema no es malo. Pero la realidad la tenemos ante nuestras narices: más dinero que nunca invertido en ordenadores, cañones informáticos, PDAs, pizarras digitales, aulas temáticas, profesores con un nivel de especialización asombroso, tablets, terapeutas de todos los colores... y unos resultados que no admiten otro calificativo que el de ridículos, que nos sitúan a la cola de Europa.
Francisco Robles, tan agudo como irónico, tan pertrechado de datos como animado por la vocación de decir la verdad, publica Hijos de la Logse, un libro incendiario, indiscutible y marmóreo, donde quedan desenmascarados miles de trampantojos y falsedades, con capítulos tan demoledores como los titulados "Todos somos iguales e igualas", "Todos pasan y nada queda" o "El mito de la transversalidad". Pura dinamita intelectual, que incluso los defensores a ultranza de la Logse admitirán a regañadientes en el silencio de sus hogares. "Este libro es un grito, una voz de alarma en medio de la indiferencia general que aqueja a la sociedad convenientemente anestesiada en estos tiempos de posmodernidad y buen rollito": con esta frase comienza la obra. Imagínense la continuación. O mejor dicho: no se la imaginen. Léanla. La tienen publicada por la editorial Almuzara y, se lo puedo garantizar, vale la pena. Es un libro que pone el dedo en la aluminosis del sistema educativo español. No debemos esconder la cabeza ante análisis así.
2 comentarios:
Ridículos y mucho más. Menudos resultados
tiene que estar bien, no entiendo cómo los políticos juegan con las leyes de educación, tampoco que jueguen con el dinero pero con las leyes de educación es más grave.
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