sábado, 19 de abril de 2014

La habitación de invitados



La vida, nuestra vida, toda vida, puede dar un vuelco radical sin que nos demos cuenta. Es lo que le ocurre a una escritora llamada Helen cuando, sin pensar en las consecuencias que tendría su decisión, admite hospedar en su casa durante tres semanas a su amiga Nicola, que está enferma de cáncer y que viene a Melbourne para someterse a una terapia alternativa contra la enfermedad. Su aspecto físico es terrible, y las secuelas del absurdo tratamiento (inyecciones de vitamina C, ventosas, enemas con café ecológico) no hacen sido erosionar su organismo y sumirla en temblores, fiebres y oleadas de sudor. Helen acepta el reto con estoicismo y abnegación, cambiando las sábanas de su amiga, actuando de sirvienta, preparando sus comidas y limpiando sus residuos. Pero poco a poco la situación se va volviendo insostenible: Nicola se niega a admitir que los métodos del Instituto Theodore son tan fraudulentos como carísimos, y desea que su amiga participe de su entusiasmo (“A mediados de la semana que viene la vitamina C habrá expulsado esta maldita enfermedad. De verdad, necesito que tú también lo creas”, p.53); pero Helen, más pragmática y menos ilusa, roza la desesperación, llegando a increpar a su amiga por su egoísmo (“Quieres seguir adelante con esta farsa, por eso me echas tu mierda encima. Estoy harta. No puedo respirar”, p.112).
En esta novela deliciosa y terrible asistiremos al choque de dos personalidades muy distintas, aunque obligadas a convivir en el espacio claustrofóbico de una casa con un invitado abrupto: el cáncer. ¿Cómo reaccionaríamos nosotros si nos viésemos en el trance de tener que ayudar a una persona cuyas ideas chocan con las nuestras? ¿Admitiríamos que tiene derecho a entusiasmarse con algo que a nosotros nos parece una falacia y un timo? ¿O, por el contrario, querríamos a toda costa imponerle nuestras opiniones e ideas?

Esta magistral novela de la australiana Helen Garner (Geelong, 1942) ha sido traducida al español por Isabel Ferrer Marrades y, según consta en la solapa, es la primera muestra novelística de su autora que aparece en España. Qué feliz decisión ha tenido la editorial Salamandra de incorporarla a su catálogo.

1 comentario:

Ana Blasfuemia dijo...

Cuando leí esta novela coincidió con un momento que hacía que esta lectura no fuera la más adecuada. Más que leer el libro lo lloré todo el rato, la tarde en la playa en que me lo leí.

Quizás, pasado ya casi dos años, pueda volver a cogerlo y hacer otra lectura algo más distanciada.

Gracias y un saludo