No soy un gran frecuentador de los
libros de investigación histórica, pero quizá por eso mismo cuando encuentro
uno realmente notable me gusta dar cuenta de sus bondades. Es lo que ocurre en
esta ocasión, con el volumen Cuatro
generaciones de una familia española. Los Chico de Guzmán. 1736-1932, que
el investigador Juan González Castaño publica gracias al esfuerzo conjunto de
Tres Fronteras, la Real Academia Alfonso X el Sabio, la Fundación Cajamurcia,
la Fundación Alfonso Ortega y los ayuntamientos de Mula y Cehegín. Es un tomo
contundente (próximo a las quinientas páginas) y que, en principio, podría
provocar reticencias en ciertos lectores, por dedicarse al estudio de una
familia provinciana durante dos siglos. Pero les puedo asegurar que la
prevención es infundada. Es verdad que el libro, por motivos profesionales más
que evidentes, está impregnado con una abundante bibliografía donde no sólo se
mencionan libros, sino también manuscritos, legajos, cartas particulares de
varios archivos, balances de cuentas, etc. Pero, al contrario de lo que ocurre
con otro tipo de obras de este género, está escrito con impecable finura y aporta
elementos de la más exquisita amenidad, incluso cuando se detiene en los
detalles más aparentemente nimios. Aportemos un ejemplo: cuando glosa un viaje
de Pedro Chico de Guzmán a la ciudad del Tajo, a finales del siglo XVIII, lo
hace con estas palabras: “La Semana Santa de 1798, que cayó entre el 1 y el 8
de abril, la pasó en Toledo, extasiándose con sus desfiles procesionales y
recorriendo la ciudad. El viaje le costó 546 reales” (p.125). Ese miembro de la
familia (al que se le dedican muchísimas páginas de la obra) no llegó a cumplir
los cuarenta años, pero durante su existencia se significó por muchos motivos
singulares. Así, Juan González Castaño nos explica que fue, a su entender, un
buen poeta, y que sus composiciones se le antojan “merecedoras de ver la luz en
un volumen” (p.165). En ellas llega a hablar de alguna hija a la que luego no
reconoció (pp.171-172) y de alguna amante sobre cuya identidad el minucioso
autor de la investigación se permite aventurar algunos datos (p.185).
Igualmente, don Pedro Chico de Guzmán se comprometió en varias empresas
culturales relacionadas con el mundo de la investigación y de la edición.
Entusiasmado con los pormenores intelectuales que descubre en él, Juan González
Castaño no duda en afirmar: “¡Qué gran político se perdieron las Cortes
gaditanas, ante su negativa a formar parte de ellas!” (p.280). Particularmente
delicioso para los amantes de las letras es el exhaustivo escrutinio que el
historiador realiza de la biblioteca de don Pedro, que ocupa el capítulo 14 y
se extiende entre las páginas 333 y 350, donde salen a colación desde Esopo
hasta Cadalso, pasando por Lope de Vega, Shakespeare, Góngora, Píndaro u
Homero. En otros momentos de la obra, refiriéndose a otros de los componentes
de la familia, don Ginés, el autor de la obra sospecha que el motivo oficial de
su muerte (la fiebre amarilla, que se lo llevó a la tumba en 1811) pudo no ser
el auténtico. Tras leer con atención las cartas y documentos del personaje,
advierte en la enumeración de sus dolencias los “síntomas probables de un
cáncer de colon o de próstata” (p.49). Detalles como éste evidencian que el
autor no es un mero acumulador de datos, sino un investigador en el sentido más
amplio y rico de la palabra. Léase, pues, esta obra como lo que es: no sólo un
valioso documento de investigación sino, además, un relato ameno y bien
organizado que, por momentos, se adorna con aires de novela. Muy notable.
4 comentarios:
Este me interesa mucho Ruben. Es d los que tu tienes, o es nuevo y esta en cualquier librería?
Gracias
Tiene que estar en Diego Marín, sin duda. Un besico
Hola Soy Chico de Guzmán de la rama que se establecio en calasparra,sabé usted algo de esta rama?no aparece ....?
soy de la rama de los que se establecieron en calasparra,y tengo casi toda la información de estav rama,desde Hernando el primero que se establecio en cehegin y que aquí segimos por varonia
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