No creo que pueda herir sensibilidad alguna si
afirmo que Un día más y un dólar menos,
libro firmado por la norteamericana Terry McMillan (y traducido por Mª Dolores
Bueno) es una novela negra. Y no porque su género sea el policíaco, ni porque
sus protagonistas estén alojados en la parte más suburbial de la ciudad, sino
porque se nota con claridad meridiana que ha sido escrita por una persona de
esa raza, como ocurría con los gozos precedentes de Raíces (Alex Haley) o El
color púrpura (Alice Walker). Además, sospecho que la obra fue concebida
desde el punto de vista argumental con el ojo puesto en el público consumidor
también negro, porque nos relata los avatares de una extensa familia
afroamericana, cuyos problemas, vocabulario y ansiedades son los típicos (y tópicos)
de este segmento de la sociedad estadounidense, retratados mil veces por el
cine de Hollywood: drogas, cárcel, incomprensiones sociales, marginación, etc.
Y la aguja que va enhebrando esta historia es Viola
Price, una matriarca que ha visto cómo cada uno de sus hijos (e incluso su
marido Cecil, que la abandona casi en la vejez) se ha ido complicando la vida
del modo más inverosímil: Paris, con su adicción a los tranquilizantes; Lewis,
con sus exasperantes y guadiánicas estancias en la prisión; Janelle, con un
compañero sentimental que abusa de la hija común; y Charlotte, cuya relación
con la madre es extremadamente conflictiva, pues se siente marginada desde su
niñez en el seno de la familia.
El lenguaje, además, es plenamente coloquial y
barriobajero (he tenido la paciencia de contar las veces que aparece la palabra
mierda y son, salvo error, 161; y no
muchas menos son, puedo asegurarlo, las ocasiones en que surgen en estas páginas
el vocablo hijoputa, el adjetivo jodido o el sintagma despectivo negro culo). La sintaxis del volumen es
también muy simple (575 páginas sin complicaciones), y se vertebra sobre una
enorme abundancia de diálogos, lo que facilita muchísimo la lectura de este
libro. Nada del otro mundo, créanme.
2 comentarios:
Es curioso: lo mucho que facilitan la escritura los diálogos, y lo jodido que resulta escribirlos. Escribirlos bien, se entiende.
PD. En este comentario aparece una vez la palabra "jodido". Dos, ahora. Usted me disculpará
Fe de erratas: donde dice lo mucho que facilitan la escritura, debe decir lo mucho que facilitan la lectura. Me acabo de dar cuenta
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