Las fabulaciones novelísticas donde se juguetea con la posibilidad de que exista una máquina del tiempo que vulnere hacia atrás y hacia delante el orden rectilíneo del mismo han sido frecuentes. El nombre de Wells es, en este tipo de narraciones, paradigmático. Ahora, Felipe Botaya se atreve a ensayar una variante muy ingeniosa titulada Kronos (La puerta del tiempo), que le publica la editorial madrileña Nowtilus y que se articula sobre un complejo experimento nazi que se ambienta en noviembre de 1944 y que tiene un objetivo: robar el Arca de la Alianza para, con su auxilio, impedir (en el pasado) el desembarco de Normandía e infligir una severa derrota a sus enemigos. Pero lo anonadante consiste en el método para obtenerla: viajar hasta la Etiopía del año 962 mediante la máquina bautizada como "La Campana" y conseguir que un comando especial se haga con ella.
La obra contiene, como no podía ser de otro modo, elementos excelentes y otros que no lo son tanto. Entre los primeros figura el capítulo I (uno de los mejores capítulos iniciales de novela de aventuras que he leído); las páginas dedicadas a la historia del Arca (en especial, el capítulo IV) y el ritmo narrativo de la mayor parte de la obra, llevado con buen pulso. Entre los elementos negativos están sobre todo aquellas secuencias que sirven únicamente (y ostensiblemente) de relleno: esas cuatro páginas que dedica a explicar la evolución histórica del arma MG42; las seis que le dedica al prescindible relato del secuestro de Mussolini; o las cuarenta que mete con calzador (y con poco tino, pues rompe la cadencia novelística) para contarnos cómo hubiera sido el futuro del mundo si los nazis hubieran logrado vencer a los aliados en la Segunda Guerra Mundial (páginas 185-224).
Felipe Botaya de todas formas es un narrador habilidoso, que consigue ir conjugando la documentación histórica real con el vuelo libre de la fantasía, para edificar una novela de sólido formato, que mantiene la tensión hasta el último segundo y que lleva a los potenciales lectores de la obra a formularse una pregunta: si los nazis consiguieron el Arca y llegaron a utilizarla, ¿por qué no alcanzaron su objetivo de variar el rumbo de la guerra? Y lo que es aún más importante: ¿existen pruebas de que los nazis viajaron realmente al pasado, a épocas remotas incluso? Un piolet incrustado en una roca del Cretácico (es decir, hace unos trescientos millones de años), unos bajorrelieves del templo de Abydos (donde se ven claramente figuras que son helicópteros y submarinos) o un cráneo datado hace 38.000 años y que presenta un inequívico agujero de bala (que el autor aporta en las fotografías que cierran el volumen y que son auténticas) sembrarán la curiosidad, la inquietud y el estupor de todas las personas que se decidan a abrir este libro.
1 comentario:
Buen libro.
Me lo leí hace años y me gustó muchísimo.
Gracias por la recomendación.
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