Conocer a un nuevo buen escritor es siempre una enorme alegría, al menos para mí. Y si dicho escritor es además joven la alegría que experimento al conocer sus obras se multiplica, porque esto suele indicar que son mayores las posibilidades de que termine leyéndome dos, cuatro, diez, veinte libros suyos con el paso de los años. Me ocurrió con Pascual García, me ocurrió con Manuel Moyano y con unos pocos más. Ahora me ha ocurrido con el bilbaíno Fernando Palazuelos (1965), del que he podido leer la colección de relatos titulada Ficcionarium, que le publica hermosamente el sello tinerfeño Baile del Sol.
Ya desde su inicio se advierte que esta obra es muy prometedora, y que el lector encontrará en ella tanto excelencias literarias como finos detalles de humor. Así, cuando en La vitrina del geólogo nos explica la exposición de materiales que prepara un científico, lo que menos podemos imaginar es el curioso y rocambolesco origen de una de las piedras. El arca de Noé narra las divertidas vacilaciones del patriarca bíblico acerca de si llevar o no llevar termitas en su nave. Caballo de Troya nos cuenta las vicisitudes invisibles que acontecen a todos los soldados que se encuentran expectantes en el interior de la trampa, prestos a rendir la mítica ciudad. Linneo muestra no sólo la genialidad del botánico sueco, sino su mala uva y su extrema capacidad para el rencor. Contención de Gray explica la fatalidad que azotó a este inventor, que no consiguió patentar el teléfono antes que Graham Bell por dos horas de diferencia. Ojeriza es la simpática venganza senil de alguien cuyas tierras fueron expropiadas años atrás, y que se niega a aceptarlo con mansedumbre... Esta primera parte del tomo, que se conforma con 90 páginas de microrrelatos, es sencillamente fantástica.
La segunda parte, no menos excelente, se inicia con El retrato de Marie Van Cride, donde se nos instala en las obsesiones de un pintor que, tras pintar desnuda a su amante, se obsesiona con la idea de que el nuevo propietario del cuadro la va a gozar como él. Obsesión tiene como protagonista a un escritor que se ha quedado sin inspiración y que conoce a un anciano librero de viejo, que dispone en su casa de miles de fichas con argumentos literarios aprovechables. Vigilante nocturno se desarrolla dentro de un museo, de madrugada, y su protagonista es un empleado con unas aficiones y unas teorías pictóricas muy singulares. La vida desde abajo son las confesiones de un escritor que, en su juventud, robó sus poemas originales a un limpiabotas fallecido (adueñándose así de su talento).
Y la tercera parte se detiene en reflexiones más filosóficas o ensayísticas, que llevarán al lector a formularse preguntas sobre el ser humano, su destino o las trampas del tiempo. Se incluyen aquí perlas como Qué será de aquel muchacho (un niño que empujaba la silla de ruedas de su padre. Fernando Palazuelos se pregunta qué habrá sido de aquel chaval abnegado) o Criaturas (que versa sobre el mundo de la escritura y sus magias). Igual mérito, emocional y literario, tiene la pieza que lleva por título El mequetrefe (recuerdo de uno de sus viejos maestros de escuela, fascista, violento y atrabiliario, que gozaba pegando a los alumnos, entre ellos su propio hijo, al que ahora el narrador imagina convertido en pedagogo especializado en niños autistas).En suma, un volumen muy completo, que me anima a leer otras obras del escritor. Veo en su escaparate virtual de Internet (http://www.fpalazuelos.blogspot.com/) que ha realizado incursiones en el mundo de la novela (La trastienda azul, Pura chatarra, Las manos del ángel, Papeles de penumbra. Todas ellas publicadas por Lengua de Trapo), los relatos ilustrados (Designios. Diputación de Badajoz), el teatro (Billete a Vidanueva. Biblioteca Ciudad de Castellón) e incluso la poesía (La memoria de los esclavos. Baile del Sol). Hay, pues, donde elegir. Ya adelanto que, si no ocurre contratiempo, no van a pasar muchas semanas antes de que vuelva a dar noticias suyas en esta página de críticas. No andamos tan sobrados de buenos escritores como para permitirnos el lujo de conformarnos con una sola obra de uno que realmente brilla.
Ya desde su inicio se advierte que esta obra es muy prometedora, y que el lector encontrará en ella tanto excelencias literarias como finos detalles de humor. Así, cuando en La vitrina del geólogo nos explica la exposición de materiales que prepara un científico, lo que menos podemos imaginar es el curioso y rocambolesco origen de una de las piedras. El arca de Noé narra las divertidas vacilaciones del patriarca bíblico acerca de si llevar o no llevar termitas en su nave. Caballo de Troya nos cuenta las vicisitudes invisibles que acontecen a todos los soldados que se encuentran expectantes en el interior de la trampa, prestos a rendir la mítica ciudad. Linneo muestra no sólo la genialidad del botánico sueco, sino su mala uva y su extrema capacidad para el rencor. Contención de Gray explica la fatalidad que azotó a este inventor, que no consiguió patentar el teléfono antes que Graham Bell por dos horas de diferencia. Ojeriza es la simpática venganza senil de alguien cuyas tierras fueron expropiadas años atrás, y que se niega a aceptarlo con mansedumbre... Esta primera parte del tomo, que se conforma con 90 páginas de microrrelatos, es sencillamente fantástica.
La segunda parte, no menos excelente, se inicia con El retrato de Marie Van Cride, donde se nos instala en las obsesiones de un pintor que, tras pintar desnuda a su amante, se obsesiona con la idea de que el nuevo propietario del cuadro la va a gozar como él. Obsesión tiene como protagonista a un escritor que se ha quedado sin inspiración y que conoce a un anciano librero de viejo, que dispone en su casa de miles de fichas con argumentos literarios aprovechables. Vigilante nocturno se desarrolla dentro de un museo, de madrugada, y su protagonista es un empleado con unas aficiones y unas teorías pictóricas muy singulares. La vida desde abajo son las confesiones de un escritor que, en su juventud, robó sus poemas originales a un limpiabotas fallecido (adueñándose así de su talento).
Y la tercera parte se detiene en reflexiones más filosóficas o ensayísticas, que llevarán al lector a formularse preguntas sobre el ser humano, su destino o las trampas del tiempo. Se incluyen aquí perlas como Qué será de aquel muchacho (un niño que empujaba la silla de ruedas de su padre. Fernando Palazuelos se pregunta qué habrá sido de aquel chaval abnegado) o Criaturas (que versa sobre el mundo de la escritura y sus magias). Igual mérito, emocional y literario, tiene la pieza que lleva por título El mequetrefe (recuerdo de uno de sus viejos maestros de escuela, fascista, violento y atrabiliario, que gozaba pegando a los alumnos, entre ellos su propio hijo, al que ahora el narrador imagina convertido en pedagogo especializado en niños autistas).En suma, un volumen muy completo, que me anima a leer otras obras del escritor. Veo en su escaparate virtual de Internet (http://www.fpalazuelos.blogspot.com/) que ha realizado incursiones en el mundo de la novela (La trastienda azul, Pura chatarra, Las manos del ángel, Papeles de penumbra. Todas ellas publicadas por Lengua de Trapo), los relatos ilustrados (Designios. Diputación de Badajoz), el teatro (Billete a Vidanueva. Biblioteca Ciudad de Castellón) e incluso la poesía (La memoria de los esclavos. Baile del Sol). Hay, pues, donde elegir. Ya adelanto que, si no ocurre contratiempo, no van a pasar muchas semanas antes de que vuelva a dar noticias suyas en esta página de críticas. No andamos tan sobrados de buenos escritores como para permitirnos el lujo de conformarnos con una sola obra de uno que realmente brilla.
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