Si algún profesor que imparta clases en
secundaria no sabe quién es el escritor Agustín Fernández Paz es porque algo no
funciona bien en el sistema. Un novelista que ha obtenido premios como el
Lazarillo, el Edebé, el Barco de Vapor o el Nacional de Literatura Infantil y
Juvenil ha de ser conocido (profesionalidad y pundonor obligan) por todos
aquellos que tienen como misión la de contagiar a los más jóvenes el entusiasmo
por la lectura, por los libros, por las historias hermosas y bien contadas.
Ahora, la editorial Anaya acaba de enriquecer nuestra colección de obras del
autor gallego con Tres pasos por el
misterio, un volumen donde se dan cita otras tantas narraciones de
misterio, intriga y terror, maravillosamente escritas. En la primera, “Las
sombras del faro” nos encontramos con Miguel, un hombre de casi cincuenta años
que vuelve, tres décadas después de haberse ido, a la localidad de Pontebranca.
Allí conoció a Marta... y allí también se vio envuelto en un misterioso enigma
que giraba alrededor de un faro al que los lugareños no osaban acercarse. La
solución del tenebroso asunto tendrá más que ver (pronto lo descubrirá) con los
horrores de la guerra civil española de 1936 que con el mundo de la ultratumba
o de la pura fantasía adolescente. La segunda propuesta, menos extensa pero
igualmente prodigiosa, lleva por título “La serpiente de piedra” y nos sumerge
en un universo bien distinto: ahora leemos las notas que escribe con cierta
prisa un hombre que, aficionado desde joven a la arqueología, se fue especializando
en la investigación de los megalitos. Un día, la excavación que está
desarrollando en A Roza das Modias le depara el descubrimiento de algo
increíble: una serpiente articulada, de piedra, que ningún especialista alcanza
a explicar, y que él traslada al museo donde trabaja, para exhibirla y
convertirla en objeto de admiración. Y ahí es donde se desata la pesadilla:
unos extraños visitantes, que resultan ser adoradores de la Diosa Serpiente ,
comienzan a frecuentar el museo con sospechosa asiduidad. Y realizan extraños
rituales nocturnos, donde sangre, locura y siniestros presagios se unen para
aturdir al protagonista. Finalmente, la tercera narración, que lleva por título
“Una historia de fantasmas”, nos transporta hasta el Camino de Santiago. Unos
peregrinos, que distraen el ocio de las noches recitando poemas y contándose
episodios de amor, terminarán descubriendo que un libro de José Ángel Valente
puede ser el instrumento que utilice un hombre fallecido en un accidente para
comunicarse con su amada. Con una prosa estupenda, unos personajes trazados con
gran detalle y un manejo prodigioso de los tiempos narrativos, Agustín
Fernández Paz vuelve a demostrarnos que la literatura de calidad carece de toda
etiqueta cronológica, y que hay auténticos genios de las letras que, por
voluntad propia, eligen entre los más jóvenes a sus lectores naturales. Leerlo
y admirarlo son operaciones consecutivas. Para comprobar tal afirmación no hace
falta más que abrir este volumen y sumergirse en sus primeras páginas. El
hechizo de las buenas letras es inmediato.
2 comentarios:
El sistema no ha funcionado, lo siento. Gracias a ti empieza a funcionar y me apunto a este escritor para el maratón de lecturas juveniles que haré este verano, con el fin de tener un corpus comentado de lecturas y que luego no andemos dando vueltas a ver qué ponemos. Gracias por engrasar el sistema, amigo Rubén.
He leído una versión en valenciano de Cartas de invierno, otra obra maestra de Agustín Fernández Paz. En valenciano lo edita ED. Bromera. Cartas de invierno os dejarà sin aliento, mis alumnos no han podido resistir el dejar de leer e incluso algunos lo han leído en un solo día.
Sin embargo, otros títulos del autor como "Aire negro" no son tan recomendables.
Saludos!
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