Disfruto
durante dos días de un libro realmente hermoso y profundo de Susanna Tamaro,
que se titula Cada palabra es una semilla. Lo traduce Guadalupe Ramírez
y lo edita el sello Seix Barral. Son recuerdos y reflexiones que la escritora
italiana va hilvanando en cinco secciones de gran interés: las primeras, porque
nos permiten conocerla un poco más; las segundas, porque nos invitan a pensar
sobre el mundo que nos rodea, donde la desorientación, el consumismo, la
estupidez y la manipulación amenazan con destruir todo aquello que (para
decirlo con las palabras de Antonio Muñoz Molina) parecía sólido.
La
autora de Trieste comienza contándonos que fue una niña con malas notas en la
escuela. Y que la situación no mejoró con el paso de los años (“Obtuve más o
menos el mismo resultado en la secundaria y, una vez en la enseñanza superior,
me estanqué del todo. No entendía el latín, no entendía la filosofía, no
entendía las matemáticas, no entendía nada de nada”, p.8). Amaba, eso sí, los
pájaros y la natación. Se aficionó a varias disciplinas atléticas, se inscribió
en una escuela de cine y comenzó a estudiar violín. Durante años, no supo exactamente
qué hacer con su futuro. “Estaba cada vez más inquieta, llevaba una vida muy
descontrolada y no lograba encontrarle sentido a nada” (p.19). Pero algunos
conceptos los tuvo siempre clarísimos: “¿Qué era la vida? Levantarse por la
mañana, ir al cuarto de baño, ir al colegio, comer, hacer los deberes y
acostarse para volver a empezar al día siguiente la misma serie de ridículas
secuencias. Cuando fuera mayor iría a trabajar en lugar de ir al colegio y esta
sería la única diferencia sustancial. Después, el trabajo también se acabaría y
mi pelo se volvería canoso; con las piernas vacilantes me quedaría un buen rato
en el paso de cebra antes de cruzar la calle. Más tarde mis piernas ya no
podrían sostenerme y me acomodaría en el ataúd como durante años me había
tumbado en mi cama. Fin del aburrimiento, fin de la repetición, fin de
cualquier otra cosa” (p.33).
Mucho
más interesante, en mi opinión, es el segundo bloque, donde nos invita a
reflexionar sobre la vida, sobre el rumbo que está tomando la humanidad, sobre
los peligros de no ser conscientes de nuestra condición frágil (“En nuestro
cuerpo suceden millones de procesos bioquímicos por minuto que nos mantienen en
vida. Basta que uno solo se interrumpa para ir a parar rápidamente al mundo de
las larvas”, p.61). ¿Cómo es posible que nos mantengamos tan tercamente ciegos
ante esa evidencia fisiológica? ¿Y cómo es posible que no advirtamos tampoco
que todos los seres vivos habitamos en un mundo hostil, donde la lucha por la
supervivencia puede permanecer oculta, pero es innegable y durísima (“El mundo
que nos rodea es, en realidad, un ruedo. Un ruedo donde se combate de todas las
maneras posibles para lograr derrotarse recíprocamente. Es un mundo hecho de
aguijones, de garras, de colmillos, de dientes, de púas, de rostros, de
mandíbulas, de corazas, de mimetismos, de engaños y de trampas. Es un mundo en
que no es posible distraerse ni un instante ni bajar la guardia”, pp.63-64)?
Convenientemente
manipulados por un sistema que nos vende ruido a todas horas, “derechos”
inalienables y crecientes y falsas ideas de libertad, caminamos por un sendero
que conduce directamente al borde del acantilado, sin que nadie parezca
escuchar las advertencias del peligro que amenaza con destruirnos, porque
estamos encantados con ese entorno delirante de consumismo inmoral (“Satisfechas
las necesidades primarias (comer, beber, tener un techo que nos protege) hemos
podido dedicarnos enteramente al culto espasmódico de nuestros deseos.
Emparejarnos, poseer, morir cuando queremos, tener hijos por encargo,
escogiendo su color y su sexo, ser indemnizados (siempre y en cualquier caso)
por todo aquello que no funciona de la manera en que hemos imaginado que
debería funcionar. La ampliación de la libertad ha llevado al aumento de las
reivindicaciones. Tengo derecho a esto, a aquello. Me habían garantizado que
sería así, ¡alguien tendrá que pagar!”, pp.114-115).
Literalmente, este libro lleno de preguntas, de reflexiones, de zarpazos, hace que tu mente entre en ebullición. No se puede renunciar a su lectura.
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