La historia de la literatura está llena de personajes que han desempeñado oficios de lo más diverso: pescadores (El viejo y el mar), capitanes de barco (Moby Dick), jóvenes oficinistas (La metamorfosis), militares retirados (El coronel no tiene quien le escriba), maestros (La lengua de las mariposas), médicos (Fausto), viajantes de comercio (Muerte de un viajante), gastrónomos moribundos (Rapsodia Gourmet), sacerdotes de conciencia turbia (La Regenta), periodistas con escrúpulos (Sostiene Pereira), agrimensores desconcertados (El castillo)... La lista se podría extender a lo largo de muchas páginas; y en ella encontraríamos profesiones de lo más variopinto. Pero he aquí que a la escritora mexicana Paola Tinoco, conocedora de esa larga tradición, se le ha ocurrido hace poco reunir un buen ramillete de estas ocupaciones anómalas en su libro Oficios ejemplares, que le ha publicado la editorial madrileña Páginas de Espuma.
Muchas de esas actividades profesionales ni siquiera están contempladas en los hospitalarios vademécums de los sindicatos (pedigüeño, ladrón de libros): y otras sí que lo están, pero bajo una tipificación menos rocambolesca que la que la ingeniosa Paola Tinoco construye para ellas (niñera, lavacoches). Y es que el gran atractivo de este volumen es observar cómo la autora, partiendo del enunciado de una profesión banal, paradójica o inexistente, edifica su labor de palabras y nos va perfilando unos hechos, unos paisajes y a unos protagonistas tan curiosos que, al fin, se quedan en nuestra memoria de manera indeleble.
Aportemos algunos ejemplos notorios: el de Gabriela, una mujer que es vilipendiada en público por su pareja y que, harta de humillaciones (y picada por la curiosidad), termina aceptando el curioso trabajo que le propone un sesentón con un aspecto inmejorable: acompañarlo a una fiesta y dejarse insultar por él con gesto de mansedumbre y resignación («Ceniciente humillada»); el de un honorable y viejo gurkha —un soldado nepalí— que, tras quedarse sin trabajo, acepta la oferta que le hacen una modelo famosa y su marido millonario para que se convierta en el nuevo protector de los hijos del matrimonio («Niñera sagrada»); el de El Piti, un pequeño proveedor de droga que cuando se dispone a efectuar una entrega para la narradora, Sheila, es abatido a balazos en plena calle por los componentes de una facción rival («Drug Dealer»); el de un actor que, falto de trabajo en su actividad cotidiana, penetra en los hospitales y, tras fingir que uno de sus familiares más queridos está necesitado de una operación muy grave y muy costosa, recauda una buena cantidad de dinero de la conmiseración ajena («Pedigüeño profesional»); o ese disparate, que firmaría y filmaría con gusto Quentin Tarantino, protagonizado por Tito y el narrador de la historia, cuya labor es la de limpiar escrupulosamente la sangre y las vísceras de los vehículos donde los narcotraficantes han ultimado alguno de sus ajustes de cuentas («Lavacoches»).
No obstante, como en el mundo de las predilecciones no hay reglas fijas, yo tengo un relato predilecto entre los catorce que forman este volumen: es el que lleva por título «Soñatriz» y está protagonizado por una mujer que consigue que las demás personas, con el simple procedimiento de acostarse a su lado y acompasar las respiraciones, se relajen y tengan sueños apacibles, que les hagan olvidar todas sus cuitas. Descubrió ese don mientras permanecía recluida en la cárcel; y ahora, tras su salida del recinto penitenciario, lo ha convertido en su actividad laboral. El problema vendrá con su último cliente, un hombre que desea relajarse y que la cita para tal fin en un hotel. (Que nadie se espante: por respeto a la autora y a quienes visiten su relato, me abstendré de desentrañar los detalles de su conclusión, que les anticipo que es maravillosa e inquietante).Con una prosa sobria y de gran limpieza, que Paola Tinoco pone al servicio de catorce argumentos tan sencillos como sorprendentes, Oficios ejemplares logra mantener la atención de los lectores desde la primera página y reclama un lugar en la cuentística más reciente. Sería sumamente injusto, después de ver estos relatos que le publica Páginas de Espuma, no concederle el derecho a ocuparlo. Las catorce historias contenidas en este trabajo demuestran que esta escritora mexicana tiene sin duda cosas que decir.
3 comentarios:
Olvidaste el oficio de templario
Muy seguido en los últimos tiempos, tienes razón. Lo anoto.
tiene buena pinta, le haremos un hueco
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