Hay un instante precioso en la tercera parte de la película El padrino en que los espectadores tienen la oportunidad de escuchar y ver un fragmento de la ópera Cavalleria rusticana, de Mascagni (quien no haya escuchado el Intermezzo de la misma puede acudir a Youtube y quedar enamorado de su belleza). Lo que no tantas personas saben es que el compositor de Livorno se basó para componer esta música en un relato breve de Giovanni Verga. Ahora, la editorial Traspiés lanza para el público español un interesante volumen donde se reúnen diez piezas de este narrador italiano, con el título de Cavalleria rusticana y otros cuentos sicilianos.
El relato que da título principal al tomo pone ante nuestra mirada a Turiddu, un petulante que a su regreso del mundo militar pretende seducir a Lola, un antiguo amor que ahora se ha comprometido con otro hombre. Incapaz de asumir la preterición, y mordido por el despecho, Turiddu despliega sus armas seductoras en torno a Santa. Pero la chica, comprendiendo que está siendo usada por el galán (que continúa frecuentando a la ya casada Lola), denuncia la situación ante el marido de su rival. El duelo entre ambos se torna, pues, inevitable. Y produce maravilla la manera ingenua, directa, plástica, en que Giovanni Verga nos va relatando la historia, con una prosa deliberadamente esbelta y desnuda.
Pero que no se engañen los potenciales lectores de esta recopilación de cuentos: las narraciones del siciliano no se constriñen al dibujo costumbrista o folclórico. En modo alguno. De hecho, quizá el brillo máximo lo obtenga el escritor cuando se sumerge en el retrato anímico; es decir, en las excursiones minuciosas que realiza por el alma y el corazón de sus protagonistas. Sirvan para demostrarlo dos ejemplos. En La amante del Grama nos será dado conocer a Peppa, la más hermosa joven de la zona de Simeto, la cual, sin explicación posible, siente una profunda, visceral, desgarradora pasión por el Grama, un bandolero sanguinario que asola aquel territorio... y al que no ha visto nunca en persona. De ahí que tome la decisión, arriesgada y sorprendente, de salir a su encuentro y arrojarse en sus brazos. Más adelante descubrirá que la vida no es una novela, sino algo mucho más gris, desabrido y rencoroso. Y en La Loba asistiremos a la tortura sexual que sufre un chico por parte de una voluptuosa mujer madura, que exhibe sus quelíceros ante él. Para liberarse del acoso, el muchacho se casa con la hija de dicha mujer, pero ni siquiera así logrará esquivar el magnetismo salvaje que su suegra despliega en torno a él.
¿Que prefiere usted una historia de infidelidades conyugales, tocada con puntos de humor y de tragedia? Fácil lo tiene: Historia de Ollaza le suministrará ese argumento. ¿Acaso desea conocer el retrato, casi insuperable, de un sacerdote indigno, rapaz e insaciable, que sangra las haciendas de sus feligreses de forma inmisericorde? Pues su cuento es, sin duda, El reverendo. ¿Que prefiere una narración protagonizada por animales? Acuda entonces a la tierna Historia del asno de San José, donde un burrillo famélico que pasa por mil amos adquiere evidentes dimensiones de metáfora...Dentro del notable grupo de escritores que la isla de Sicilia ha regalado al mundo (el rocoso Empédocles, el bucólico Teócrito, el exquisito Leonardo Sciascia, el famoso y moderno Andrea Camilleri), Giovanni Verga ocupa un peldaño nada desdeñable. En algunos libros de referencia (y en las páginas menos escrupulosas y analíticas de Internet) se le suele etiquetar con el adjetivo verista, para explicarnos que retrató con alta eficacia el mundo, las costumbres, los paisajes y a las personas de su entorno insular. Pero no conviene que empobrezcamos su memoria con esa fórmula cierta aunque reduccionista. Giovanni Verga fue, sin duda, mucho más, porque poseía el don infrecuente de bucear en el interior de sus criaturas, lo que lo facultaba para mostrarnos el dibujo fiel de sus anhelos jamás cumplidos, sus ansias amortiguadas por la pobreza y sus torturas de seres sobre los que la Historia se divierte escupiendo. Estos días de Navidad pueden ser una excelente ocasión para que muchos lectores de nuestro país descubran la portentosa belleza que los relatos de Giovanni Verga contienen.
El relato que da título principal al tomo pone ante nuestra mirada a Turiddu, un petulante que a su regreso del mundo militar pretende seducir a Lola, un antiguo amor que ahora se ha comprometido con otro hombre. Incapaz de asumir la preterición, y mordido por el despecho, Turiddu despliega sus armas seductoras en torno a Santa. Pero la chica, comprendiendo que está siendo usada por el galán (que continúa frecuentando a la ya casada Lola), denuncia la situación ante el marido de su rival. El duelo entre ambos se torna, pues, inevitable. Y produce maravilla la manera ingenua, directa, plástica, en que Giovanni Verga nos va relatando la historia, con una prosa deliberadamente esbelta y desnuda.
Pero que no se engañen los potenciales lectores de esta recopilación de cuentos: las narraciones del siciliano no se constriñen al dibujo costumbrista o folclórico. En modo alguno. De hecho, quizá el brillo máximo lo obtenga el escritor cuando se sumerge en el retrato anímico; es decir, en las excursiones minuciosas que realiza por el alma y el corazón de sus protagonistas. Sirvan para demostrarlo dos ejemplos. En La amante del Grama nos será dado conocer a Peppa, la más hermosa joven de la zona de Simeto, la cual, sin explicación posible, siente una profunda, visceral, desgarradora pasión por el Grama, un bandolero sanguinario que asola aquel territorio... y al que no ha visto nunca en persona. De ahí que tome la decisión, arriesgada y sorprendente, de salir a su encuentro y arrojarse en sus brazos. Más adelante descubrirá que la vida no es una novela, sino algo mucho más gris, desabrido y rencoroso. Y en La Loba asistiremos a la tortura sexual que sufre un chico por parte de una voluptuosa mujer madura, que exhibe sus quelíceros ante él. Para liberarse del acoso, el muchacho se casa con la hija de dicha mujer, pero ni siquiera así logrará esquivar el magnetismo salvaje que su suegra despliega en torno a él.
¿Que prefiere usted una historia de infidelidades conyugales, tocada con puntos de humor y de tragedia? Fácil lo tiene: Historia de Ollaza le suministrará ese argumento. ¿Acaso desea conocer el retrato, casi insuperable, de un sacerdote indigno, rapaz e insaciable, que sangra las haciendas de sus feligreses de forma inmisericorde? Pues su cuento es, sin duda, El reverendo. ¿Que prefiere una narración protagonizada por animales? Acuda entonces a la tierna Historia del asno de San José, donde un burrillo famélico que pasa por mil amos adquiere evidentes dimensiones de metáfora...Dentro del notable grupo de escritores que la isla de Sicilia ha regalado al mundo (el rocoso Empédocles, el bucólico Teócrito, el exquisito Leonardo Sciascia, el famoso y moderno Andrea Camilleri), Giovanni Verga ocupa un peldaño nada desdeñable. En algunos libros de referencia (y en las páginas menos escrupulosas y analíticas de Internet) se le suele etiquetar con el adjetivo verista, para explicarnos que retrató con alta eficacia el mundo, las costumbres, los paisajes y a las personas de su entorno insular. Pero no conviene que empobrezcamos su memoria con esa fórmula cierta aunque reduccionista. Giovanni Verga fue, sin duda, mucho más, porque poseía el don infrecuente de bucear en el interior de sus criaturas, lo que lo facultaba para mostrarnos el dibujo fiel de sus anhelos jamás cumplidos, sus ansias amortiguadas por la pobreza y sus torturas de seres sobre los que la Historia se divierte escupiendo. Estos días de Navidad pueden ser una excelente ocasión para que muchos lectores de nuestro país descubran la portentosa belleza que los relatos de Giovanni Verga contienen.
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