Tiene que ser maravilloso acceder a la cúspide de la fama literaria, porque eso permite escribir bazofias y, firmándolas con tu nombre egregio, ser publicado en tu país y fuera de él, sin problemas, cartas de rechazo ni demoras. El ejemplo más cristalino que me ha sido dado encontrar en los últimos meses se titula Gracias, y el pergeñador de tan solemne patata no es otro que Daniel Pennac. Y digo “patata” por no recurrir, como quizá sería justo, a otras comparaciones más olorosas. En síntesis, se nos cuenta en este pequeño timo encuadernado en tapa dura la historia de un señor al que se ha galardonado por sus méritos artísticos y que, encima del escenario, agradece el premio. Lo hace, eso sí, con una irritante acumulación de frases truncas, balbuceos y puntos suspensivos, en una especie de prosa cangrejera y tartamuda, que no engañará a ningún lector razonable. Fin. Eso es todo. Extiéndase esa insufrible nimiedad con una tipografía gorda, achátense las páginas para que este folleto adquiera dimensiones de “libro” (¿se escucha mi risa al otro lado de la pantalla?) y tendremos la tontería que El Aleph Editores nos ha esclafado nada más empezar el verano de 2009, quizá con el peculiar objetivo de fastidiarnos las vacaciones. Por fortuna, han cuidado muchísimo la presentación de la obra, y salvo las tildes evaporadas (“agradecermelo”, página 33), los nombres equivocados (“Le Corbousier”, página 42), los disparates de orden numérico (“Doceava ciudad”, página 49) y otras lindezas de parecido cuño que me permitiré la elegancia de no añadir, el resto puede ser leído por niños de Primaria, aunque quizá lo encuentren demasiado infantil. ¿Y es que la obra no tiene acaso ningún párrafo salvable? Pues si hay que ser justos, sí que lo tiene: el que los sagaces editores han puesto como reclamo, anzuelo o trampantojo en la contraportada del volumen. Quienes deseen conocer esas líneas, que le den la vuelta al libro y, sin comprárselo (se me ocurren medio millón de obras más interesantes en las que invertir el dinero), empleen minuto y medio de su vida en leerlo. Dedicarle más sería un desperdicio.
3 comentarios:
Pues Gracias. Por el aviso, claro
Rubén, mi enhorabuena. Me gustan las críticas elogiosas, pero también apreció las advertencias de no lectura. Me es grato pensar que hay escritores que escriben por "costumbre" y no se dan ni cuenta. Felicidades por sacar el hacha.
De paso te invito a que hagas lo mismo con el blog que estamos montando entre unos amigo: www.culturajos.blogspot.com
Un saludo de Perich97 (Bullas)
Una joya. Falta el vertedero de libros que utilizaba Dragó en su programa de Telemadrid (el domingo por la noche empieza otro en Telemadrid, con los hijos a su vera).
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