Parece
una estructura sencilla, de tradición secular, pero la familia constituye un
organismo extremadamente complejo, donde todos los esplendores y todas las
mezquindades pueden encontrar cobijo y caldo de cultivo. Pensemos en una pareja
y, a partir de ahí, dibujemos sus ramificaciones por las dos partes: hacia
atrás (padres, madres, abuelos, abuelas, tíos, tías), hacia los lados (cuñados,
cuñadas, sobrinos, sobrinas) y hacia adelante (hijos, hijas, nietos, nietas). Y
si los miembros de la pareja se separan y reconstruyen su vida, vuelvan a
empezar la lista, con nuevos ingredientes. Cada una de esas personas es un ente
autónomo, con sus virtudes y sus defectos, con sus normalidades y sus rarezas,
con sus paraísos y sus infiernos. ¿Calibran hasta dónde podría llegar una
escritora que se planteara mirar con ojos atentos esas praderas y esas fosas
abisales?
Mayte
Blasco lo hace en La mejor familia del mundo, un espectacular conjunto
de aproximaciones al ser humano, que nos traslada inteligentes reflexiones
sobre nosotros mismos: la niña que contempla con tristeza cómo su padre
alcohólico varía de humor en función de su ingesta etílica; la joven madre que,
mientras charla con un antiguo compañero de instituto y siente el calor del
deseo, sufre la angustia de perder de vista a su hija pequeña en el parque; la
atlética tía que practica ejercicio físico y cuida su alimentación, pero que no
ha alcanzado el sueño de ser madre; el hombre que intenta aliviar su
sentimiento de culpa y su dolor ante un hierático psiquiatra; dos primas (una
guapa y una fea) que mantienen durante años una sofocante rivalidad; la anciana
viuda que necesita sentir la cercanía de su hija, aunque esa asfixiante
dependencia ponga en peligro su matrimonio; la hija de un concejal conservador
que queda embarazada demasiado pronto; el chico con una discapacidad que, de
pronto, se convierte en un héroe local; los juegos de atracción y repulsión que
se establecen entre los dos integrantes de una pareja que se ha divorciado…
El mundo del corazón es amplio y esconde habitaciones de todo tipo: luminosas y oscuras. En este magnífico libro de Mayte Blasco encontraremos herramientas para entenderlo mejor y, quizá, al vernos retratados en alguna de sus páginas, descubriremos que, a veces ángeles y a veces demonios, solamente somos seres humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario