Da
igual que nos prevengan sobre determinadas situaciones porque, sonrientes u
obcecados, nos empeñamos en incurrir en ellas. Lo que a “ti” te pasó (incluso
lo que les pasó a millones de tis) nos parece fruto de la mala suerte,
pero no algo que vaya a ocurrirme a “mí”, evidentemente. Esta fórmula puede
aplicarse a la velocidad automovilística, al alpinismo, a los juegos de azar… o
a la paternidad. El ojeroso amigo que nos explica los meses (o años) terribles
que nos esperan si nos aventuramos a la reproducción y la crianza no se erige
ante nuestros ojos en autoridad: lo más que le dispensamos es una sonrisa
irónica. Gracias a esa inconsciencia sigue existiendo, menos mal, la raza
humana.
José
Antonio Jiménez-Barbero pone por escrito sus experiencias en el volumen Desventuras
de un padre novato, donde desgrana todo el proceso que vivió desde que su
esposa le anunció su más que probable embarazo. Y quienes hemos vivido ese
proceso más de una vez podemos corroborar que no exagera ni un ápice (o, si lo
hace, se lo disculpa porque lo hace con un envidiable sentido del humor): las
náuseas femeninas; la sensación de habernos convertido como hombres en una
especie de “mezcla de mayordomo inglés y enfermero particular” (p.15); la
amazónica aventura pantanosa de cambiar pañales; el odio que se desarrolla por
los malditos corchetes, que no hay forma de manipular con calma si la criatura
se encuentra en “intensa agitación paroxística” (p.53); el abandono de toda
actividad que no guarde relación directa o indirecta con tu nuevo cachorro, tan
exigente como inflexible (con un terrorista se puede negociar, pero con una
prima donna o con un bebé no)… Parafraseando a Lope de Vega, podríamos decir
que esto es criar, y que quien lo probó lo sabe.
Con
una prosa fluida y simpática, en la que a veces se dirige a nosotros en plural
(“Si me permitís”) y a veces en singular (te interpela con fórmulas irónicas,
del tipo “Compañero de armas”), José Antonio Jiménez-Barbero nos entrega unas
páginas llenas de humor, cotidianidad y sabios consejos, coloreadas también con
inevitables referencias coyunturales: los gallifantes (p.53), las canciones de
Parchís (p.55), Frozen y sus posibilidades etílicas (p.68), Peppa Pig (p.93),
los bollycaos (p.137)…
Léanlo si se disponen a ser padres o regálenlo a quien planee serlo. Triunfarán.
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