Qué
complejos son, aunque en apariencia parezcan simples, los vínculos que nos unen
a ciertos miembros de nuestras familias. Esos odios larvados, que el tiempo no
logra desmoronar; esas envidias, justificadas o no, que nos erosionan o que
afectan a quienes nos rodean; esos rencores que, quizá nimios en su origen, se
fortalecen y solidifican con el paso de los años; esas afrentas que nos
hirieron en la infancia y que no hemos sido capaces de olvidar o perdonar,
porque dejaron nuestro corazón desgarrado; esas mezclas turbias de amor y odio
que surgen entre primos que se sonríen y se desprecian, que se abrazan y se
detestan.
En
su novela Irlanda, Espido Freire ahonda en ese ámbito oscuro y nos habla
de Natalia, una muchacha solitaria y tímida que, tras perder a su hermana
Sagrario, se refugia en el cariño de su hermana pequeña, en la meditación sobre
aquellos que ya no están físicamente (pero cuyos espíritus continúan
rodeándonos) y en el coleccionismo de hierbas, que prensa en álbumes muy
voluminosos. Para su desgracia, la madre entiende que debe proporcionarle un
verano más lleno de luz, y la envía con su prima Irlanda, con la que desde niña
mantiene una rivalidad subterránea, dura, espinosa, cortante. Se inician así
unos días aciagos, en los que tendrá que enfrentarse a sus recuerdos menos
agradables, y también a la realidad de una Irlanda que se ha transformado en
una adolescente bellísima, soberbia y manipuladora, de la que tendrá que
protegerse.
Mientras
se avanza por la novela notamos (yo, al menos, lo he notado con gran
intensidad) cómo nos atrapa el lirismo melancólico y lleno de bruma que la
escritora bilbaína deposita en cada página, para lograr la atmósfera
inquietante que nos quiere transmitir. Y, de vez en cuando, parpadea un verbo
mágico (“El sol se ponía tras la ventana, y la tierra y los campos verdes enloquecían
con el color” (cap.4). Y poco después otro (“El vino me había desenmascarado
las ganas de llorar” (cap.7). Y entonces, con emoción, sacas el rotulador rojo
y ya no vuelves a guardarlo hasta que la obra, con su impresionante sorpresa
final, termina.
Para lectores que busquen emoción, intensidad y secretos del alma humana.