No me
ocurre con frecuencia, pero esta vez ha sucedido: acabar una obra y no haber
descubierto en ella motivo alguno de aplauso, ni fragmento memorable, ni
secuencia que merezca, al menos, una celebración parcial. Hablo del poemario Taller de arte menor, de José García
Nieto (quien, por obtusos motivos de “moda” editorial, queda transfigurado en
“Jose Garcia Nieto”).
Sus sonetos son repeticiones de músicas antiguas,
anquilosadas, trilladísimas, donde no aprecio fulgores que lo exoneren de la
banalidad; sus poemas menos rígidos (pienso en “Amor es la palabra” o “Aunque
no tengas nada”) presentan una música evidente de romance, apenas camuflada y
apenas meritoria; y sus poemas “modernos”, en los que juega con polimetrías y
con ausencia de rima, fomentan con notable éxito el bostezo.
¿Que fue
un maestro de la lírica de posguerra? No me atreveré a ponerlo en duda, porque
no soy quién. ¿Que este libro a mí no me ha aportado nada? Que nadie se atreva
a ponerlo en duda tampoco. ¿Que probaré con otro libro de este autor, para
acabar de descartarlo o para enmendar mi juicio? Quizá.
1 comentario:
Y yo que pensaba que me iría con trabajo a casa -y no me apetecía nada volver de vacaciones y cargarme de lecturas otra vez- y mira por donde, hasta me siento aliviada, jajaja.
Besitos cielo.
Publicar un comentario