domingo, 25 de agosto de 2019

Retórica para zurdos




Prepárese a bucear en un océano de dudas quien trate de definir Retórica para zurdos, de José María Cumbreño (Editora Regional de Extremadura, 2010). ¿Un libro de aforismos? ¿Una colección de poemas en prosa? ¿Un tratado poético sui géneris? ¿Miniensayos que se mueven entre la filosofía y lo lírico? De todo podrá encontrar cumplida muestra el lector atento, quien terminará aceptando con una sonrisa que todas las etiquetas queden invalidadas después de cada página. Y es que este volumen es tan proteico como mercúrico (en el doble sentido: clásico y científico).
A veces, el autor se aproxima a Ramón Gómez de la Serna (afirma que una pregunta retórica es aquella “que no sabe lo que quiere”; o que todo epitafio es un “poema dedicado a la única persona que no podrá leerlo”) y en otras pareciera que sea el heredero estético de Ambrose Bierce (por ejemplo, cuando define el encabalgamiento como “enfermedad endémica de los poetas que les lleva a pensar que lo que tienen que decir es tan importante como para tener que seguir diciéndolo en el verso siguiente” o cuando explica que una galerada es la “prueba de composición de un autor que se entrega al autor con la esperanza de que se dé cuenta de hasta qué punto la vanidad lo había cegado y comprenda que lo más sensato es tirar todo aquello al fuego”).
Pero, por encima de esos homenajes, lo que impregna y aureola este volumen es la lucidez intelectual de un poeta capaz de hacer literatura mientras reflexiona sobre la literatura y que nos deja textos como el que aparece entre las páginas 114 y 115 (“Fe de erratas”), merecedor de figurar en mil antologías a partir de ahora.
Muy recomendable.

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