Si
les digo que El hombre gris es una novela que tiene 345 páginas y, justo
después, aseguro que es corta, ustedes pensarán que mis nociones sobre el mundo
de la literatura son algo precarias o que, directamente, les tomo el pelo. Pero
les puedo asegurar que las dos afirmaciones son compatibles, porque lo que un
texto literario “es” proviene en realidad de la forma en que incide sobre el
ánimo de quienes leen la obra. Y, en ese sentido, las 345 páginas de este
volumen se hacen cortas: tanta es la fascinación, la seducción, el gancho que
despliegan sobre los ojos de quien se acerca y abre el tomo. En realidad (y lo
saben quienes tienen la amabilidad de leer mis reseñas), esto no constituye una
sorpresa de ningún tipo: pertenezco al grupo de lectores que considera a José
Antonio Jiménez-Barbero un narrador de primer orden, un narrador excepcional.
De lo mejor. Tiene el don de construir ficciones y de contarlas magistralmente.
Un fuera de serie.
Esta
vez, nos llevará hasta el mundo de Galicia, donde un juez que se encuentra al
borde de la muerte por un cáncer pulmonar (Samuel Ermida) recibe paquetes que
contienen dedos amputados a niñas cuyos cadáveres aparecen poco después. En la
investigación de tan macabro caso conoceremos a la capitana Teresa Rull (una
mujer de gran envergadura física y de férreo carácter), al teniente Orestes
Padilla (cuya homosexualidad es mal vista en ciertos sectores de la guardia
civil, donde sirve), al capitán Goyo Fábregas (que mantiene una actitud hostil
hacia Teresa Rull por sucesos del pasado), al profesor Gualberto Casal (que
ayuda a la policía en la resolución de casos complejos), a un periodista llamado
Roque (al que le aguarda un destino terrible) e incluso a un perro, al que
Samuel Ermida bautiza como Ulises, pese a que su nombre original es otro. Todos
ellos (y algunos protagonistas más) irán enredándose en una malla diabólica,
con personalidades nauseabundas escondidas, asesinatos inmisericordes,
incendios sospechosos, disparos a quemarropa, secuestros, asaltos bajo la
lluvia y venganzas dilatadas durante décadas.
¿Y cómo se sostiene una trama tan enrevesada? Pues gracias a la pluma del autor, tan dotada para la acción como para la introspección, tan convincente en los momentos truculentos como en las escenas amorosas. El nombre de José Antonio Jiménez-Barbero tiene que ser apuntado y subrayado en la agenda lectora de cualquiera que quiera conocer lo mejor que se está haciendo en la literatura actual. En mi blog, ya lo saben, figura en primerísimo plano.
Pues ya lo acabo de apuntar. No tenía noción de él, pero lo que dices sobre su novela me parece bastante atractivo.
ResponderEliminarUn abrazo