Me
gustan (siempre me han gustado) los libros de cuentos que me proponen un grupo
de historias, temas y emociones diferentes, porque eso me permite valorar la
versatilidad de quien compone la obra, su destreza para adaptarse a mundos y
registros heterogéneos. Así que el volumen Estampados, que firma la
madrileña Alena Collar y que publica el sello Editores Policarbonados, tenía
que llamarme, casi seguro, la atención. Lo ha hecho. Me he encontrado en sus
páginas con una autora que se permite jugar inteligentemente con sintagmas
coloquiales (“les entró la soñarrera”, “a veces se le va la olla”, “nos dan las
uvas”, “en cuantito lo hizo se murió”) y que da cabida generosa al humor, que
impregna no pocos relatos y los hace muy agradables para los lectores: el
hombre que descubre su destino tras encontrar en una casa abandonada unos
paraguas rojos, el ángel que baja a la Tierra para elaborar un censo, el
jardinero que vuelve del más allá para pedir que alguien riegue un rosal, la
mujer mayor que considera reales las imágenes que salen de su televisor, el
extraterrestre que se queda sin batería en su ovni, etc.
Pero,
a la vez y de forma compatible, Alena Collar nos deja ante los ojos algunas
historias profundamente tristes (el anciano arrumbado por su hija en un centro
de la tercera edad) e incluso melancólicas (el hombre que se queda en un
silencio profundo mientras contempla una vieja fotografía, donde se lo ve de
niño junto a su madre).
¿Me permiten que subraye y les recomiende dos historias especiales de este libro? Si es así, apúntense los títulos “Como las flores” y “Mañana no irá al concierto”. Creo que me agradecerán la sugerencia.
Me pasa como a tí, los cuentos o relatos me atraen como una lámpara a un bicho. Te tomo la recomendación.
ResponderEliminarBesos
Muchísimas Gracias. No sabe usted cuánto le agradezco su lectura.
ResponderEliminarLe agradezco infinito la reseña.
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