No
es, desde luego, una lectura fácil ni complaciente (tampoco “tradicional”) la
que nos sugiere la argentina Yanina Rosenberg en las páginas de La piel
intrusa, que edita en España el sello Páginas de Espuma. Cuando decida
introducirse en sus catorce historias, el lector deberá estar prevenido y no
llamarse a engaño, porque se va a encontrar con atmósferas, personajes y
reacciones que lo llevarán fuera de su normalidad y lo herirán con sus uñas de
extrañeza. Hay que respirar hondo y mantener los sentidos bien concentrados,
bien afilados, para ser capaz de no perderse los detalles. Hay que aceptar las
reglas de Rosenberg sin discusión. Y cuando se cumplen esos requisitos nos
encontraremos con madres que guardan en frascos de cristal los restos de sus
intervenciones quirúrgicas (“El monstruo”), con chicas que salen de un examen y
protagonizan una situación tensa y sofocante en el interior de un bar (“El
estimulante sabor de la libertad”), con mujeres que creen descubrir a su hija
en cada una de las muchachas que encuentra tras las diversas puertas de su
edificio (“Evelina”), con madres separadas que parecen haber tomado una
decisión drástica frente a la impertinencia dolorosa e inaguantable de su hija
(“Mariposas en la pared”), con metamorfosis botánicas que participan de lo
lírico y de lo tenebroso (“Septiembre en la piel”) o con maridos que parecen
haberse congelado en un mutismo insensible de estatua o cadáver (“La humedad de
la culpa”).
El lector siente cómo sus ojos, de continuo, se abren asombrados; y cómo casi en todos los relatos la saliva pugna por atascar la garganta. Es así. No hay otra forma de adentrarse en estos relatos más que la aceptación incondicional de las pautas salvajes, anómalas y rompedoras que Yanina Rosenberg estipula. Háganlo. Es un libro muy distinto a todos los que posiblemente conocen.
Lo que es la memoria. Hasta que te he leído no recordaba una entrevista a la autora que escuché en la radio y que me gustó muchísimo. La he buscado y la he encontrado.
ResponderEliminarAprovecho el remember para anotar el libro y esta vez no olvidarme.
Besos.