En el
diccionario de la Real Academia la voz “diabla” está admitida como forma
coloquial y femenina de “diablo”, así que no habrá problema en afirmar que la
madrileña Beatriz Olivenza es, con todos los merecimientos y todos los honores,
una auténtica diabla. Hace con sus historias lo que le da la gana: crea
personajes de sólida potencia, los introduce en tramas magníficas y los va
conduciendo hasta que el final (siempre espectacular) nos deja a los lectores
con la boca abierta y la piel estremecida. Pues bien, la diabla Beatriz
Olivenza lo ha vuelto a hacer en las páginas de El juego del culpable,
una novela corta con la que obtuvo el XV Premio “Encina de Plata” y que ahora
edita el sello Premium.
El
arranque, desde luego, no puede ser más espectacular (aunque no resume, ni
mucho menos, todas las maravillas que la obra contiene): unas preadolescentes
que están bañándose en el mar acaban de darse cuenta de que Gabi, el hermano
pequeño de una de ellas, no aparece por ningún lado. Lo han llevado con ellas,
más bien a regañadientes, y el pequeñajo apenas ha necesitado un descuido en la
vigilancia para convertirse en humo. ¿Dónde está? ¿Se ha escondido para gastar
algún tipo de broma a su hermana y amigas? ¿O, más angustiosamente, se habrá
ahogado? Con pinceladas magistrales, Beatriz nos va dibujando la inquietud
creciente de las chicas, los primeros cigarrillos secretos, las emociones que
las rodean desde hace días (familias que no desean verlas juntas, prejuicios
sociales y raciales, algunas conversaciones más cuchicheadas que explícitas,
silencios significativos, insinuaciones abruptas de promiscuidades e
infidelidad, recelos) y, de fondo, las imágenes del tiempo en que suceden los
hechos: una Amparo Muñoz que acaba de coronarse como Miss Universo, la sintonía
pegadiza del Un, dos, tres, la nieta de Franco que se acaba de casar
hace unos meses…
Tejedora
implacable y genial, Beatriz Olivenza mueve los hilos con sus dedos de bruja
narrativa y nos entrega una reflexión inquietante sobre las culpas que
heredamos, sobre los prejuicios que se nos adhieren y sobre el carácter
tenebroso que pueden adoptar los juegos mal entendidos.
ME-MO-RA-BLE.
¡Qué bonito, por favor! Me encanta 💋💋💋
ResponderEliminarNo deja de sorprenderme el hecho de que alguien a quien no se conoce en persona pueda llegar a tener una presencia importante en nuestra vida. Es el signo de estos tiempos digitales, telemáticos, virtuales o como los queramos llamar; en resumen: de estos tiempos inverosímiles que nunca creímos posibles los que hemos superado la barrera de la cincuentena. Este preámbulo tan lleno de adjetivos te habrá hecho prever lo que viene a continuación, querido Rubén: tú eres una de esas personas. Te debo un buen puñado de recomendaciones que me han llevado a libros y autores desconocidos para mí y que me han hecho pasar estupendos ratos de lectura. Te debo una cálida acogida cuando mi libro "Los muertos, los vivos" quedó finalista del premio Setenil. Te debo dos reseñas llenas de generosidad sobre otras tantas novelas mías y a las que no sé cómo corresponder. Decir gracias es poco. Iba a decir que no encuentro palabras, pero la longitud de este comentario lo desmiente. Al menos, diré que no encuentro las palabras adecuadas.
ResponderEliminarBeatriz, creo sinceramente que tuve mucha suerte cuando el primero de tus libros llegó a mis manos. El resto ha sido seguir probando y seguir aplaudiendo. Gracias sean dadas al Destino.
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