jueves, 14 de noviembre de 2024

A hombros de gigantes

 


Sabemos que los objetos que manejó madame Curie (Maria Slodowska) quedaron hasta tal punto impregnados de radiactividad que llegaban a emitir luz; y aún se conservan, en cajas revestidas de plomo en la Biblioteca Nacional de Francia, en París, las notas manuscritas que dejó la genial investigadora. Esa imagen fue la primera que vino a mi mente cuando terminé A hombros de gigantes, el último poemario de Rosario Guarino: la de una persona que, gozosamente empapada por los mitos, los dioses y las figuras legendarias del mundo grecolatino, irradia luz en forma de versos y nos alcanza, y nos asombra, y nos contamina (en el sentido admirable y hermoso que tal verbo adquiere en la canción interpretada por Víctor Manuel y Ana Belén).

Por eso, asomando sus rostros y sus historias míticas, vemos que en cada renglón de estas páginas surgen Zeus y sus transformaciones; el soberbio Ares, derrotado por la sin par belleza de Afrodita; la excelencia endecasílaba de “Lo ineludible”; los estériles y desgarradores esfuerzos de Casandra por ser creída; el célebre caballo de Troya (que más bien debió de ser yegua, según sugiere la poeta, pues se encontraba preñado de soldados); los hipérbatos elegantísimos y sonoros que enjoyan casi todos los poemas; la extenuación acuática del enamorado Leandro; la delicada viñeta autobiográfica de “Agosto”; el inesperado humorismo de ”El pacto”; el admirable desparpajo reivindicativo de Lesbia, que se yergue ante el caprichoso Catulo… Y de pronto, con lentitud inteligente, se van colando en los poemas alusiones al intertexto, a las ondas hertzianas, al ciberespacio, a las vespas, a la “Cartagena tres veces milenaria”, a María del Mar Bonet o Aurora Saura, a esa hija que escucha las historias de la madre… y, cuando examinamos el conjunto y realizamos un balance, parece encenderse una luz en nuestra cabeza y nos detiene la duda: ¿no estará la poeta, al hablar de los clásicos, hablando de nosotros? ¿No estará retratando con sus historias antiguas el corazón atribulado, o torpe, o febril de quienes ahora latimos? Les ahorraré todo el tiempo que podrían invertir en llegar a una conclusión y les facilitaré la respuesta: no les quepa duda. Charo Guarino, escribiendo del ayer, escribe del hoy. Glosando historias polvorientas, pinta el mundo que nos rodea. Hablando de ellos, habla de sí misma. Y de mí. Y de ti. Por eso hay que leerla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario