miércoles, 10 de julio de 2024

Los mellizos y el misterio del tesoro escondido

 


Llevo más de veinte años leyendo a mis hijos por las noches. Comencé con María (nacida en 1998), seguí con Rubén (2001), continué con Álvaro (2011) y ahora lo hago con Jorge (2014). Por la forma en que me piden que lea “un poco más” o por sus “Noooo” decepcionados cuando les digo que es hora de dormir sé si la obra les está gustando y en qué medida lo hace. Por mis labios (y por sus oídos) han pasado piratas Garrapata, hormigas Miga, Arcanus, Futbolísimos y un sinfín de Matildas, Rodaris, Kikas Superbrujas, Babares, Calzaslargas, Narnias, Principitos y Stiltons. En ese largo y bellísimo viaje en tren, que está a punto de terminar (porque mi pequeño ha cumplido ya los diez años, y pronto renegará de mi voz nocturna, para sumergirse por sí mismo en puertas de tres cerrojos, aventuras de Los Cinco y quién sabe qué otros volúmenes), ayer terminamos un fiasco que se titula Los mellizos y el misterio del tesoro escondido, de Concha López Narváez, y que se nos ha hecho pesado hasta lo indecible: una aventurilla estirada y muy rimbombante de vocabulario, que Jorge ha acogido con gesto de indiferencia y que yo (para qué voy a decir otra cosa) estaba deseando terminar. Una pena, porque la autora, que siempre me ha parecido estupenda, no ha andado fina en estas páginas.

En todo caso, seguiremos probando libros, mientras mi hijo no me diga que esa parte de su infancia (y de mi madurez) se ha terminado. Crucemos los dedos.

1 comentario:

  1. Qué bonito, Rubén, esto que hoy cuentas. Veo que eres padre disfrutón de familia numerosa. Qué gran verdad es ese temor, que sientes y sabes que llegará más pronto que tarde, de que esta etapa tan hermosa que estás viviendo se acerca a su final. Mientras que el mismo llega disfruta mucho mucho. Y si esta vez Concha López Narváez te ha decepcionado un poquito pues abandónala y vuelve a lo que sabes siempre te ha funcionado con el último niño que desea que le sigas leyendo e inoculando el amor por la lectura. Me das mucha envidia; yo ahora intento hacer lo propio con mi nieto Marco, pero sus 3 años y medio aún no aguantan la lectura sin soporte visual de ilustraciones, lo mismo dentro de poco tiempo...
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar