Descubro
el poemario Rocas de Itzurun, con el que Imanol Ulacia Aramendi se alzó
con el premio José Luis Hidalgo en el año 2020 y que ahora publica Libros del
Aire (Cantabria, 2021). Son poemas breves, de lectura sencilla y ritmo vivo, en
los que el poeta de Zumaia nos traslada escenas de hermosura sorprendida y
tenue (como en “Madre”, donde vemos a un hijo ayudando a su anciana madre a
quitarse algo de ropa para poder tomar el sol); nos invita a reflexionar sobre
las personas anónimas y bondadosas que nos rodean y que, sin salir jamás en la
televisión o en los periódicos, iluminan el mundo con sus actos (p.23); dialoga
con el agua que cae del cielo, en un tono a mitad de camino entre lo sonriente
y lo filosófico (“A la lluvia”); dibuja un texto con colores de acuarela, que
lo acercan al espíritu de un relato (“En vida, / no pudo. / Pero después / de
varios milenios muerto, / el fósil / encontró / al paleontólogo”); llega a la
solemne conclusión de que los versos que se arrojan arrugados a la papelera
contienen mucho más del poeta que aquellos que finalmente publica (p.61); y se
acoge a la esperanza de que, cuando pase el tiempo, sean otros quienes confíen
y crean en las palabras que, después de redactadas, el poeta deja sobre
el papel.
Impregnadas de una engañosa facilidad, estas breves composiciones admiten varios niveles de profundización: desde el agrado puramente sensorial hasta el silencio reflexivo que bastantes de ellas generan en el lector. Un volumen muy elegante, de cierto aire oriental, que se saborea con agrado.
Últimamente estoy muy parlanchina, yo que siempre he sido una amante del silencio y últimamente parece que hasta busco el ruido.
ResponderEliminarNo me vendría mal esta lectura.
Besos.