domingo, 16 de junio de 2019

La puerta falsa




En la página 33 de este libro, absolutamente central (el volumen tiene 66), puede leerse el poema “Relieves”, que lleva consignado entre paréntesis el subtítulo de “Homenaje a Jorge Guillén”. Creo que en esa clave se sustenta uno de los pilares indiscutibles de La puerta falsa: en el evidente aroma guilleniano que empapa la inmensa mayoría de los textos del tomo. Un aroma que se traduce en imágenes leves, de airosa elegancia; en músicas tenues, pudorosas, casi secretas; en una meticulosa contención expresiva, para no abalanzarse hacia el arrebato o la efusividad; en un vocabulario escueto, apolíneo, medido; en un mirar lento, sabio, de notoria potencia reflexiva.
A veces, nos hablará José Luis Martínez Valero de esos versos inauditos que la noche susurra y que el amanecer desbarata; de los paisajes urbanos que rodean al escritor mientras se pasea por la ciudad (“Sonaban campanas, / mientras olías a azahar”); de una hermosa chica india que viaja en el metro; de los amigos y maestros que se han ido cruzando en su existencia (el profesor Mariano Baquero Goyanes, el escritor Miguel Espinosa); o del enigma tibio e inagotable que son siempre los otros… Y a veces, como quien simplemente retira el polvo que cubre un diamante purísimo, nos definirá la nieve diciéndonos que parece la “pausa de un dios”.
El poeta de Águilas nos demuestra en estas delicadas páginas que la poesía puede ser, en ocasiones, una brisa tenue que nos acaricia sin que acertemos a explicar por qué nos emociona tanto. Muchas gracias, maestro.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Con estos calores esa tenue brisa me vendrá de maravilla.

Besitos 💋💋💋