lunes, 5 de noviembre de 2018

Hicieron partes




En ocasiones (en más ocasiones de las que juzgaríamos normal), una herencia sustanciosa se convierte en motivo de disputa y hasta de odio entre los potenciales herederos. José Luis Castillo-Puche, consciente de este hecho, construye con tales mimbres la novela Hicieron partes, que arranca en el año 1931, cuando muere don Roque Giménez y se produce en torno a este fallecimiento un auténtico revuelo de mezquindades, actitudes buitrescas y voracidad vergonzosa por parte de todos los beneficiarios de su riqueza.
“Cada testamento” (nos dice el autor yeclano en la página 51) “abre las heridas de testamentos antiguos y casi olvidados, y el pueblo vive en cada herencia las divisiones de una familia y hasta la suerte del pueblo entero, sobre el que pululan como pájaros sobre la carroña los procuradores y los abogados, en pleitos sempiternos”. Así ocurre, en efecto.
Pero la gran ironía justiciera sobreviene cuando, ya libradas las cantidades y depositadas en las manos de sus nuevos dueños, los destinos de todos comienzan a torcerse por senderos agrios: ni la Madre Superiora del Asilo de Ancianos, ni don Luciano, ni Periquín el Borreguero, ni Frasquito y Juana, ni Casimiro el Jabonero, conseguirán la felicidad que esperan cuando el dinero o las fincas estén en su poder.
Una novela dura pero realista de José Luis Castillo-Puche, uno de los mejores escritores de su generación.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Huyyyyy, dímelo a mí que hemos acabado a tortas y en los juzgados con la parentela paterna, somos así ¿Para qué discutir pudiendo pelear? 😅

Anotada.
Besitos 💋💋💋