jueves, 4 de octubre de 2018

Las mil noches y una noche (I)




Empiezo a leerme (lo haré con lentitud, durante meses, a pequeños sorbos), los diecisiete tomos de Las mil noches y una noche, en la traducción de J. C. Mardrus, que versiona Vicente Blasco Ibáñez (Foro Ediciones). Los adquirí hace un año y medio y creo que ya va siendo hora de sumergirme en sus millares de páginas.
El primer tomo se inicia con una alabanza destinada a las personas que conocen y respetan las historias de la tradición, porque de ellas se obtiene siempre una gran enseñanza provechosa (“¡Gloria a quien guarda los relatos de los primeros como lección dedicada a los últimos!”). Y, a continuación, se inicia la conocida leyenda del rey Schahriar, que posee cada noche a una doncella, a quien ordena matar al rayar el alba. Scheherazada, hija del visir, asume el reto de mantener el interés del monarca con cuentos que, inconclusos al amanecer, promete continuar durante la noche siguiente, si goza de su benevolente autorización.
Así, le hablará de hechiceras que convierten a los hombres en animales (noche 1), de efrits encerrados en jarrones en el fondo del mar (noche 2), del rey que mató a un halcón sin saber que éste le había salvado la vida (noche 5), de un libro de páginas envenenadas que mata por contacto (noche 5), de un chico que fornica con su hermana (noche 12), etc.
Me han provocado asombro y sonrisa algunas hipérboles eróticas, como la que puede consultarse en la noche 15: “Pasé con ella toda la noche. Le di cuarenta asaltos de verdadero asaltador y correspondió a ellos, y cada vez me decía: “¡Ay, ojos míos! ¡Ay, alma mía!”. Y me acariciaba, y la mordía yo, y ella me pellizcaba, y así durante toda la noche”. La mujer, agradecida y saciada, no tendrá empacho en reconocer al fogoso varón sus innegables virtudes: “Tú eres verdaderamente el cabalgador más rico en corvetas y en medida de largo y grueso”. Tales ímpetus genitales se repetirán en otro hermoso muchacho de quien, protagonista de la noche 20, se nos dice que “ha sido creado para poner en combustión todas las vulvas”; o en aquel otro del que se pregona, en la noche 21, que “ataque tras ataque, el ariete funcionó quince veces seguidas, entrando y saliendo sin interrumpirse”.
Un primer volumen muy atractivo, donde la amenidad, el humor, el sexo, los encantamientos y las curiosidades asaltan los ojos del lector en cada página.

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