jueves, 5 de julio de 2018

El espejo de la diosa




Otra relectura de verano: El espejo de la diosa, de Francisco Giménez Gracia (Biblioteca Nueva, Madrid, 2005), un volumen hecho de inteligencia, nervio, enormes dosis de gracia expresiva, tino filosófico y trallazos verbales. El autor sabe ser sublime y chabacano, irónico y mordaz, delicado y bruto. Pero jamás abandona la buena prosa, ni decepciona con un párrafo endeble. Me encanta. Y para intentar transmitir una pequeña muestra de esa fascinación reproduciré algunos fragmentos de la obra.
“Todo empieza por una putada (el nacimiento) y termina en otra mayor (la muerte). Entre medias aún hay gentuza que pretende que nos pongamos a dieta” (p.12). “Cualquier persona sensata termina por darse cuenta de lo poquísimo que le une al resto de sus semejantes” (p.12). “Que los Evangelios son obra de unos individuos de lo más siniestros es algo que se desvela desde el mismo título. En efecto, el que se califique de “buena nueva” el anuncio de que el fin de los tiempos está próximo; que muchos serán los llamados, pero muy pocos los elegidos, y que para esos muchos será el fuego eterno, el llanto y el crujir de dientes, que se tenga todo esto por una grata noticia, digo, es algo que sobrepasa todos los límites del resentimiento” (p.29). “Me gustaría saber de qué podrida región del cerebro puede nacer la vocación de predicar” (p.34). “El bajo índice de suicidios demuestra que el hombre padece un síndrome de Estocolmo con la vida” (p.45). “¿Cómo no desconfiar de todos esos que gustan de hablar en nombre de los demás?” (p.60).

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Estaba leyendo tu reseña y por detrás estaba mi sobrina y me dice ¿el espeto de la diosa? ay Dios mío 😅😅😅 Me gusta lo chabacano si se es elegante ¡Conjunción difícil donde las haya! Profe, este pá mí y pá más nadie 😁💋