sábado, 5 de mayo de 2018

Si sale cara



Todos los personajes protagonistas de Si sale cara, el volumen de relatos que Boria Ediciones le publica a Rubén J. Triguero (Sevilla, 1985), presentan una característica común: son seres que caminan por el borde de un precipicio y que miran hacia abajo con más conformidad que miedo, quizá porque el viaje que los ha conducido hasta esa frontera vertiginosa venía dictado por su corazón o por su espíritu desde bastante tiempo atrás. La fatiga escalonada, el fracaso lento pero inexorable, la amargura íntima han ido erosionando sus existencias hasta convencerlos de que luchar carece de sentido y que una rendición abrupta y definitiva los liberará de la molesta sensación de derrota que los malhiere.
En “El viento que azota las copas de los árboles” nos encontramos a Julián, quien no logra escribir ninguna obra que merezca el beneplácito de un editor y cuya mujer le insinúa, con amor pero con firmeza, que aplace sus sueños y busque un trabajo que les permita pagar las facturas. En “Estación Lejano Paraíso” conocemos la vida (o mejor, la supervivencia) de un oficinista alienado, que ama la lectura y que se encuentra rodeado por compañeros obtusos, una esposa fría y una hija perennemente conectada a su móvil. “Migración de aves” nos remite a un mundo de abogados que conocen desde dentro las podredumbres del sistema y que las interiorizan de maneras diversas. “Una larga espera” es la que sufre Raúl, un niño de diez años que aguarda la visita reglamentaria de su padre tras el divorcio. “Ízar” nos lleva hasta la montaña Bauman, en cuya cima descubrirá el protagonista su destino…
Todos ellos han lanzado al aire su moneda y ha salido, inexorablemente, cruz. Entre otras cosas, porque Rubén J. Triguero parece tener bastante claro que los universos que conspiran para aportar plenitud y felicidad al ser humano sólo existen en la rentable literatura buenista de algunos seudoliteratos. La realidad, mucho más propensa a la acrimonia, suele decantarse por el gris o por el negro.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Caminar por el borde de un precipicio, asomarse al abismo, andar por el filo de la navaja, ese tipo de historias y de personajes me suelen atraer traer bastante... me lo apunto.

Besitos.