jueves, 15 de marzo de 2018

Vida de Rafael de Urbino




Leo la breve pero exquisita biografía que Giorgio Vasari compuso sobre uno de los grandes pintores y arquitectos de su tiempo (Vida de Rafael de Urbino), que edita el sello Cátedra en su colección Cuadernos Arte. La traducción corre a cargo de María Teresa Méndez Baiges y Juan Montijano García.
Delicado, respetuoso y admirativo, Vasari nos va mostrando a través de sus palabras los primores que el pintor fue disponiendo con sus colores y con sus perspectivas. Y lo hace con un texto cuyo arranque no me resisto a copiar aquí, por lo que tiene de admirable: “Cuán generoso y benigno se muestra a veces el cielo depositando o, mejor dicho, reponiendo y acumulando en una única persona las infinitas riquezas de sus grandes gracias y tesoros, y todos esos raros dones que por mucho tiempo solía repartir entre varios individuos pudieron verse en el no menos ilustre que dotado de gracia Rafael Sanzio de Urbino”. ¿Se puede esmaltar elogio más bien trenzado ni apreciación más justa? Añade más adelante el comentarista que en Rafael “resplandecían brillantemente todas las egregias virtudes del espíritu”, que sus padres lo criaron “con lo único que poseían: las mejores costumbres posibles” y que la naturaleza hizo el resto, otorgándole “el don de representar los rostros con un aspecto dulce y lleno de gracia”.
Y aunque en la página 65 Vasari se atribuye una modestia impotente para dar cuenta de todo el esplendor que Rafael fue capaz de obtener con sus pinceles (“No es posible realmente contar con todo detalle los hermosos recursos que empleó este ingenioso artista”), lo cierto es que casi todo el volumen constituye un encantador paseo descriptivo por obras de Rafael, las cuales pueden verse, bellamente retratadas, en el tomo. Ir leyendo a Vasari e ir contemplando la elegante majestad sobrehumana de las figuras rafaelescas. ¿Se le puede pedir más a una biografía de este tipo?

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