miércoles, 20 de diciembre de 2017

La ley de Murphy



Para tomarme un respiro en medio de tantos volúmenes serios como leo al cabo del año la lectura que acabo hoy es La ley de Murphy, de Arthur Bloch, traducido por Ana Mendoza (Temas de Hoy, Madrid, 2002), un divertido tomo donde se amontona un vademécum de observaciones que oscilan entre la hilaridad y el pesimismo; y que tienen la rara virtud de poderse “demostrar” con la observación personal diaria.
En algún caso, incluso se permite plagios descarados, que no chirrían por saber que nos encontramos inmersos en un libro empapado de humor. Sirva de ejemplo la sentencia de la página 204: “El infierno son los demás” (“Observación de Sartre”)... ¡que es verdaderamente de Jean-Paul Sartre!

Como muestra de las sentencias que el libro cobija, ahí van unas cuantas: “El atajo es la distancia más larga entre dos puntos”. “Sólo alguien que entiende algo en profundidad es capaz de explicarlo de tal forma que no lo entienda nadie”. “Si no atina a la primera, destruya todas las evidencias de que lo ha intentado”. “Si la gente se escuchara a sí misma más a menudo, hablaría menos”. “Un comité lo constituyen doce hombres haciendo el trabajo de uno”. “No discuta nunca con un tonto. Puede que la gente no aprecie la diferencia”. “Si se consultan suficientes expertos, se puede confirmar cualquier opinión”. “Un hombre con un reloj sabe qué hora es. Un hombre con dos relojes nunca está seguro”. “Una conclusión es el punto en el que usted se cansó de pensar”. “El trabajo en equipo es esencial. Le permitirá echarle la culpa a otro”. “La ciencia es verídica. No deje que le engañen los hechos”. “La belleza es interior. La fealdad aflora rápidamente a la superficie”. “La cantidad total de inteligencia del planeta permanece constante. La población, sin embargo, sigue aumentando”. “El seguro lo cubre todo excepto lo que pasa”. “Un niño nunca derramará nada en un suelo sucio”. “La duración de un minuto depende del lado de la puerta del baño en que se encuentre”.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Yo soy un ejemplo viviente de la Ley de marras, si algo puede irme mal, me va...jajajaja. En un solo día, tras una pelota en mitad de una avenida, salió un niño de no se sabe donde, la tostada se me cayó del lado de la mermelada, comí el único pimiento de padrón picante de una bandeja de dos docenas...para que te hagas una idea, jajajajaja.

Besitos y Feliz Navidad.