jueves, 9 de febrero de 2017

El francotirador paciente



En su novela El francotirador paciente (Alfaguara, 2013) podría parecer que Arturo Pérez-Reverte se aparta de sus temas y personajes más conocidos, para adentrarse en un territorio nuevo: el de los muchachos que repletan las ciudades con sus grafitis, sus tags y sus explosiones de color. Pero no creo que sea así en modo alguno. Al contrario, entiendo que el cartagenero ahonda en estas páginas en su núcleo reflexivo favorito: el del ser aislado, recto, que se atiene a unos códigos de conducta y avanza a contracorriente, como un salmón existencial. Da igual que se trate de un viejo maestro de esgrima, de un enamorado del ajedrez, de un buscador de libros, de un soldado del siglo XVII o de un reportero de guerra.
O, como ocurre aquí, de Sniper, un veterano grafitero que, resguardándose de cualquier concesión al Sistema, lleva años bombardeando paredes y espacios públicos y privados con sus mensajes lúcidos, removedores e impactantes. Ni busca el éxito comercial ni se deja seducir por los cantos de sirena que le vienen en forma de cheques en blanco. Él no crea para vender ni para venderse, sino para enarbolar su visión del mundo, su asco del mundo, su odio al mundo.
Una editorial especializada en libros de arte pretende convencerlo para que se convierta en la estrella de su catálogo y lanzan en su busca a Alejandra Varela, quien visitará varios países persiguiendo el rastro de Sniper hasta que lo localiza en Italia. Pero no es la única que quiere dar con él: el empresario Biscarrués, cuyo hijo era un admirador de Sniper y murió realizando una intervención artística sugerida por éste, ha puesto precio a su cabeza. Y moverá todo su poder y todo su dinero para tomar la delantera en esa persecución.
Libro de aventuras y de intrigas, pero también de reflexiones sobre el papel de la pintura y el arte en nuestro tiempo (“El arte moderno no es cultura, sólo moda social”, piensa Sniper en la página 291. “Es una enorme mentira, una ficción para privilegiados millonarios y para estúpidos, y muchas veces para privilegiados millonarios estúpidos... Es un comercio y una falsedad absoluta”), El francotirador paciente nos habla de las convicciones y del difícil arte de ser distinto, de posiciones tercas e insobornables, del equilibrio entre la honradez y la crueldad, de personajes que se construyen su épica de bolsillo y que viven aferrados a ella para no ahogarse en el mar de la indistinción.

Una variación novelesca de temas que Arturo Pérez-Reverte ya ha explorado muchas veces y en los que casi siempre encuentra filones interesantes para exponerlos ante sus lectores.

2 comentarios:

Ana dijo...

Hace mucho tiempo que no leo ninguna novela de Pérez Reverte y mira que me gustaban. Quizás es momento de recuperarlo. Este mundo que presenta es un gran desconocido para mi y sería una oportunidad muy entretenida para conocerlo. Saludos.

Manuel Molino dijo...

El pintor de batallas inicia el declive de PR. Una opinión como otra. Declive que se confirma con El asedio y siguientes. Pero ese personaje valiente, leal a su muy privado código de honor, a contrapié de lo socialmente legal,ese Alatriste que se repite una y otra vez será la marca , el santo y seña, el legado de PR a la Historia de la Literatura. El francotirador continúa la saga de hombres buenos.