martes, 27 de diciembre de 2016

La hija del capitán



Petre Andrévich tiene 17 años y es hijo de militar. Durante su corta vida se ha acostumbrado a una existencia muelle, que se clausura cuando su padre decide enviarlo a Orenburgo para que comience a recibir un adiestramiento castrense, que lo transforme en un hombre, en un soldado, en un patriota. Al llegar a esa guarnición se encontrará con un ambiente gélido y con un modo de vida al que deberá amoldarse; pero también se encuentra a Mascha, la joven y hermosa hija del capitán Mironov. El efecto amoroso que en él prende es inmediato, y pronto comienza a rondarle la idea de contraer matrimonio con ella. No obstante, el severo padre de Petre se opone a esos planes nupciales y exige a los superiores del muchacho que lo trasladen, para evitar la continuación del idilio.
Hasta aquí, todo parece una historia de amor convencional, estorbada por la acrimonia de unos padres excesivamente rancios. Pero pronto se tintará con otros tonos: un rebelde llamado Pugatchov comenzará a sembrar el terror en la zona y entra a saco en cuantas instalaciones militares encuentra. Cuando asalta la guarnición de Orenburgo pone fin a la vida de numerosos defensores (entre otros, el padre de la chica) y quedan en suspenso, no sólo la aventura amorosa de los jóvenes protagonistas, sino sus mismas vidas.
A partir de entonces comenzarán a producirse una serie de hechos que, unidos por un hilo fatal de azares, perversidades y malos entendidos, estarán a punto de desembocar en una tragedia.

Alexandr Pushkin consigue en esta obra un bellísimo relato donde alterna con singular maestría las descripciones psicológicas, las pinceladas costumbristas de aquella vieja Rusia que sucumbió un tiempo después ante la revolución de 1917, los cantos de amor a un paisaje lleno de gélida hermosura y la delicadeza de una historia sentimental tan dulce como atribulada. Sin duda, una novela que mantiene intacto su atractivo y que muestra la brillantez de Pushkin, aquel genio moscovita que terminaría muriendo en un duelo a la edad de 37 años.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Un clásico de la literatura rusa que a mi parecer debería ser un imprescindible.