martes, 5 de julio de 2016

Gog



No recuerdo la edad que tenía, pero era muy joven. Quizá 13 o 14 años. Había descubierto la literatura de la mano de mi tía Esperanza y me bebía los libros de Agatha Christie, Enid Blyton y autores similares de un modo voraz, a la vez que me hacía amigo de algunos burritos moguereños y algunos príncipes asteroidales. Y de pronto, un día, ojeando los tomos que mi padre tenía en su estantería, vi que su mano se adelantaba, sacaba un volumen titulado Gog y me decía: “Ya verás. Te va a llamar la atención”.
Lo hizo, desde luego, y por eso ahora, cumplidos los 50 años, releo el volumen en la misma vieja edición Reno, en la traducción de Mario Verdaguer.
El millonario Gog ha decidido, llegado a la madurez, emplear unas ingentes cantidades de dinero en conocer a seres estrafalarios, genialoides o anómalos, que le ofrezcan una imagen nítida de la Humanidad, sus rarezas y fallas. Salirse de los cauces de la normalidad para tratar de entender. Abandonar lo trillado para formular preguntas y, quizá, recibir respuestas.
En esa labor de búsqueda encontrará a músicos que han creado partituras arriesgadas, llenas de sonidos naturales u horrísonos; impostores que le aseguran que presenciará milagros generados por ellos; charlará con celebridades como Freud, Gandhi o Einstein; se las verá con escultores que trabajan con materiales tan efímeros como el humo; o desnudará a los farsantes de la nueva poesía… Huelga decir que me fascinó, a mis 14 años (y me sigue fascinando como idea y como desafío), el apunte “Profundidad china”, donde Papini escribe: “He leído en un libro chino algunos pensamientos tan bellos, justos y profundos, que quiero transcribirlos aquí para tenerlos más a mano”… y a continuación los copia. Por supuesto, en chino. Jajajaja.
Un libro inteligente que (lo sé ahora, décadas después) me abrió las infinitas puertas de la mejor literatura. Nunca le pagaré lo bastante a Giovani Papini, y a mi padre, la lectura de esta obra.

Como último detalle, dejaré aquí un apunte. Cuando Gog le pide a un experto que le confeccione una lista con las mejores obras de la literatura, el millonario las lee y queda decepcionado. El resumen que ofrece nos permite adivinar a qué obras se refiere. Dejo en manos de los lectores que midan con este test su propio conocimiento de la historia literaria: “Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía”. Hagan juego, señores.

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