miércoles, 2 de diciembre de 2015

Signor Hoffman



Desde hace ya varios años, los libros del guatemalteco Eduardo Halfon están imprimiendo un sello de renovación importante a la literatura que nos viene desde el otro lado del Atlántico. Y no porque se trate de un nuevo representante exitoso del post-boom, ni del post-post-boom, ni de ninguna de esas tontunas que los críticos más desocupados inventan con periodicidad. Se trata de que, simplemente, Eduardo Halfon es un formidable narrador. Lo ha demostrado con libros como El boxeador polaco o Monasterio, y lo ratifica una vez más con los seis relatos que componen Signor Hoffman, publicado por la editorial Libros del Asteroide. En ellos continúa desarrollando y ampliando en matices la fórmula que ya había desplegado en obras anteriores: historias empapadas por detalles autobiográficos, una cuidadosa selección de perspectivas y de secuencias, unos personajes dibujados con pinceladas breves pero hondas y un estilo literario que incorpora el sello inequívoco del autor. De este modo, los lectores siempre se encuentran en una zona difusa, donde no saben qué porcentaje de lo narrado corresponde a hechos “reales” (perdón por las comillas) y qué porcentaje hay que etiquetar como hechos “ficticios” (nuevamente perdón por las comillas). Pero lo que cuenta al final es que las seis piezas se ensamblan entre sí formando una especie de gran retrato que deslumbra por su belleza y entristece por la dosis de dolor que muestra... En “Signor Hoffman” nos habla de un antiguo campo de concentración en la zona de Calabria, al que Eduardo Halfon acude para impartir una charla; en “Bambú” lo acompañaremos en su coche en viaje hacia la costa, para disfrutar de un día de baño que termina agriándose por lo que allí observa; en “Han vuelto las aves” nos acercaremos al mundo cafetero de Guatemala, con sus estafas, sus grandezas y sus miserias; en “Arena blanca, piedra negra” tendremos que orientar los ojos hacia Belice, lugar donde Halfon realizará una lectura en su universidad (si se lo permiten los inconvenientes que irá encontrando por el camino); en “Sobrevivir los domingos” conoceremos a Marjorie Eliot, que regala audiciones como homenaje a un ser que ya no está; y en “Oh gueto mi amor” cerraremos el círculo volviendo a un paisaje relacionado con la persecución de los judíos (el autor lo es)... En resumen, seis facetas de un diamante purísimo, hermoso, extraordinario, que conviene leer en consonancia con los libros anteriores de Halfon, y que seguro que tendrá continuación en los que vengan a partir de ahora. Estamos ante uno de los grandes.

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