lunes, 31 de agosto de 2015

La muerte de Venus



Ana María Matute, Ángel Basanta, Antonio Soler, Ramón Pernas y Pilar Cortés, componentes del jurado del premio Primavera 2007, convocado por Espasa-Calpe, lo tuvieron claro: la novela de Care Santos que hoy nos ocupa tenía que recibir un galardón en el certamen. Y acertaron.
Y acertaron no sólo porque La muerte de Venus sea una espléndida obra (que lo es), sino porque la prosa de Care Santos está, en este libro suyo y en los restantes, recubierta por una suerte de barniz mágico, por una condición magnética tal que, una vez que los lectores rozan con sus ojos las primeras páginas, los captura y los lleva de la mano hasta el final, sin permitirles tregua, abandono ni desvío.
La historia que se nos propone esta vez es sumamente peculiar: Mónica y Javier se instalan en una casa enorme, que han recibido en virtud de una herencia. Y desde el momento en que comienzan a realizar reformas en la misma comienzan las sorpresas: olores inquietantes que brotan del suelo, fríos súbitos, ruidos para los que resulta imposible señalar explicación, y una perturbadora inscripción que aparece en las paredes: Me iuba (Ayúdame). Javier, más escéptico, trata de hallar explicaciones racionales para todo lo que está ocurriendo; pero Mónica, que se encuentra embarazada, prefiere aceptar lo que cada vez resulta más notorio: que una presencia fantasmagórica trata de comunicarse con ella, con un propósito desconocido. Este sugerente inicio novelesco se verá completado con la presencia de Leónidas Xart (un investigador de fenómenos paranormales que va acompañado por su perro Hunter), la aparición de una escultura del tiempo de los romanos y otros detalles sorprendentes que conviene no revelar (es justo que sean los lectores quienes los descubran por sí solos) y que conforman una obra que ha sido documentada hasta en sus menores detalles y que puede seducir a todo tipo de públicos.

Care Santos nos ofrece, en las páginas de La muerte de Venus, al menos tres novelas diferentes: la primera, una narración de fantasmas; la segunda, una novela histórica; y la tercera, tal vez más camuflada pero no menos rotunda y habilidosa, una novela psicológica, donde se nos aproxima a los miedos del ser humano y donde se investiga con seriedad y con rigor la piel y la carne de nuestros pánicos.

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