domingo, 13 de julio de 2014

Donde aguarda la luz



Cuando se conoce en persona a María José Sánchez Vázquez resulta muy difícil escribir sobre sus páginas (estén escritas en prosa o en verso) sin tener presente de forma inmediata la dulzura inagotable de su compositora, que cautiva de forma indeleble a quienes tienen la suerte de estar cerca de la escritora de Moratalla o conversar aunque sea unos minutos con ella. Sus publicaciones en libro son realmente escasas: una novela de agradable factura que se titulaba El sembrador de sueños (2004) y ahora este poemario que, con el título de Donde aguarda la luz (2014), publica el sello Azarbe. Pero entiendo que son suficientes para hacerse una idea nítida de su calidad literaria.
Muchas son las directrices que se pueden advertir en este poemario. Cuando María José gira su mente hacia el pasado se da cuenta de que las imágenes que en la memoria se almacenan no siempre guardan un orden claro, pero tal vez ahí reside una parte de su atractivo: lo aleatorio puede ser tan lírico como bello («Si se pudiesen etiquetar los recuerdos / con los datos precisos para no ser olvidados..., / sería más fácil acceder a ellos / cuando la mente se hace perezosa, a la fuerza, / y se pierde por entre las estanterías /de un almacén caótico / de experiencias no archivadas. / Pero tal vez sea mejor así. / ¿Acaso sujeta la flor sus pétalos / para siempre?»). De esa forma, avanzando en la vida, parece que el ayer se transmuta en pérdida triste y que el futuro es una grisura inexistente, de la que nada esperamos («La nostalgia terrible de una vida perdida / anida en las arrugas de mi frente, / donde la ilusión se enreda en un turbio laberinto / de esperanzas marchitas. [...] / Porque lo que temí perder, ya lo he perdido / y lo que ansié ganar, ya no lo espero»).
Pero que no nos engañe este lánguido abatimiento de la escritora de Moratalla. Hay un hilo hilvanador que lo une y lo justifica todo, y que todo lo inunda de luz: el amor. Gracias a sus latidos es posible enfrentarse con éxito a las asechanzas del mundo. De ahí que el poemario esté dedicado a Matías, que el padre de la poeta sea homenajeado por su «risa invencible» (“Toda tu ausencia”), que de su madre recuerde con gozo su «destello tallado» (“Memoria de un destello”) y que reserve para su hija María una de las páginas más hermosas del tomo (“El mejor regalo”). En esa misma línea de amor poetizado puede localizarse en las páginas 35 y 36 uno de los textos más destacados del volumen, “La marca”, en el que una mujer descubre en el cuello de la camisa de su amado un rastro de carmín que ella no ha impreso (podría haber salido de aquí, también, un relato breve. Queda cursado el desafío).

Dueña de un estilo sobrio, eficaz y elegante, María José codifica en este libro algunos de los temas más interesantes de la poesía y, en general, del vivir humano (el amor, la melancolía, la amistad, la muerte) y lo hace con una fluida y sorprendente naturalidad, como si nos hablase en voz baja directamente al corazón. Quizá por eso Donde aguarda la luz se lee con tanto agrado.

2 comentarios:

la mente dormida dijo...

Muy bueno tu comentario y muy bellos los versos seleccionados de María José. Buscaré el libro.
Felicidades a los dos.

miquel zueras dijo...

¡Muchísimas felicidades! Me alegra mucho lo de tu libro y te deseo lo mejor.
Saludos. Borgo.