sábado, 31 de diciembre de 2011

Los sueños cotidianos




El escritor José Cantabella (Murcia, 1963) no ha faltado a la cita bianual que tiene con sus lectores desde hace casi una década. Tras haber publicado tres excelentes volúmenes de relatos (Amores que matan, 2003; Historias de Chacón, 2005; Llegarás a Recuerdo, 2007) le tocó el turno a un libro de poemas (Afán de certidumbre, 2009), género al que vuelve con Los sueños cotidianos, donde brilla otra vez con la excelencia de su verbo. Tratar de resumir la belleza de un libro de versos es siempre empeño condenado al fracaso, pero permítaseme que al menos me acerque a alguna de las composiciones, que considero especialmente notables. Así, “Amantes prohibidos, prohibidos amantes” se revela como un ejercicio hondo de observación acerca del ser humano, a través de dos personas que, habiendo estado enamoradas, ahora se ignoran con meticulosa aplicación e ingresan en la invisibilidad el uno para el otro. El autor lo sintetiza en una fórmula tan sencilla como inquietante: “¿Cómo puede, el amor, ignorar su pasado?” (p.17). Otras veces será el humor el que aparezca en sus versos. Y es que, si el argentino Jorge Luis Borges afirmaba que la teología era una rama de la literatura fantástica, el poeta murciano se atreve incluso a conjeturar quién pudo ser el iniciador temático de esa convergencia; y el resultado de sus reflexiones lo tenemos en “Jonás”, cuyo protagonista afirma haber permanecido varios días en el interior de una ballena. El amor está presente en varias de las composiciones, pero sobre todo en dos: “De amores” y “Obama y tú”. El primero es uno de los poemas de amor más sencillos y más hermosos que he leído en mucho tiempo; el segundo, dedicado por el autor a su mujer, Carolina, tampoco desmerece de ese dictamen.
Pero hay muchas más cosas en Los sueños cotidianos. Quien quiera disfrutar y reflexionar con una interpretación nueva de un relato infantil tradicional puede acercarse hasta “Blancanieves” (p.35). Y si desea aventurarse en un homenaje implícito a Julio Cortázar (uno de los grandes fetiches de José Cantabella, según se desprende de sus cuentos), ahí está “Poe-más” (p. 43). Y si se desea acompañar al poeta en su languidez, qué mejor manera que acompañarlo en un trayecto ferroviario (“Viaje a Madrid”). Y si queremos reflexionar sobre la geminación inquietante de los días que constituyen nuestra existencia, sin duda el poema “Hoy” nos será de incalculable utilidad. José Cantabella, en prosa y en verso, demuestra una vez más que su visión del mundo y su estilo literario merecen un puesto respetable en las estanterías de nuestra biblioteca.

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