domingo, 12 de septiembre de 2010

Liber Hespericus




Estamos en noviembre del año 1970 y una ceremonia tan extraña como inquietante está a punto de tener lugar ante nuestros ojos. Un grupo de hombres que se hacen llamar a sí mismos Los Doce se han reunido en forma de círculo alrededor de un altar, sobre el cual reposa una especie de sepulcro fabricado con piedra. Todos los asistentes a la reunión llevan capuchas negras. Unas túnicas cubren sus cuerpos, mientras las antorchas brillan en las paredes, arrancando sombras fúnebres de sus rostros. El objetivo de la reunión es asistir a la quema de un niño, que ejecutan con asombrosa frialdad. Por fin, cuando la ira de las llamas se apaga, el bebé emerge indemne de la hoguera. Todos abren los ojos, ebrios de dicha con el resultado. Nostradamus tenía razón. Ha nacido por fin el Gran Monarca de la profecía.
A partir de ese instante podría venir (y de hecho viene) una novela en la que se pulsan y ponen en acción todos los mecanismos de un libro de género, que busca la etiqueta de best-seller (misterios ancestrales que hay que resolver; unos protagonistas que deben luchar contra una adversidad demoníaca; un libro maldito que todos quieren lograr, porque camufla entre sus líneas un poder cuya sola mención produce espeluzno; unos anómalos oponentes que se camuflan en las sombras; muertes atroces, que salpican el texto en zonas climáticas estratégicas; lugares ocultos, que llevan siglos protegidos por trampas diabólicas; un librero que es asesinado de forma brutal; amor y deseo entre dos de los personajes centrales; etc). Pero hay que añadir de inmediato que Covadonga Mendoza no sólo administra con inteligencia, buen sentido y mesura sus artefactos y trucos narrativos, sino que los atempera con sanas dosis de humor. Los lectores, llevados de la mano por la autora de la trama, en ningún momento sentimos que se nos quiera engatusar con burdas dosis de esoterismo o con pirotecnias baratas que provoquen nuestro asombro de una manera infantiloide, porque nos damos cuenta de que Covadonga juega con la ironía, se distancia y hasta parece sonreír cuando construye para nosotros ciertos pasajes. Nos propone, sí, un juego ocultista, porque eso forma parte de la médula de Liber Hespericus; pero, a la vez, nos susurra indicaciones para que advirtamos su condición paródica. De hecho, una de las protagonistas de la pieza es la escritora Elizabeth McPherson, doctora honoris causa por la universidad de Aberdeen y muy aplaudida por sus libros líricos e intelectuales, quien acepta el reto que le lanza su antigua amiga Sigrid Halvorsen (autora de best-sellers) para que amolde su estilo a la composición de una pieza de consumo popular. Las reflexiones metaliterarias que aparecen en Liber Hespericus sobre la tarea del escritor, sobre la forma en que ha de afrontar su trabajo y sobre el modo de construir su estilo, pueden servir a más de uno para meditar sobre la condición irónica de este libro.
Pero olvidándonos de esta reserva inteligente conviene añadir que la obra es sin duda seductora. La escritora sabe cómo ir graduando su presentación de los personajes y cómo ir pintándoles capas de espesor psicológico; conoce también la manera más adecuada de organizar sus imanes argumentales, para que quien abra el volumen quede paulatinamente atrapado entre sus hilos; y maneja con suma elegancia los resortes del folletín, del clímax y del anticlímax, imprescindibles para que un texto de estas características no se desmorone en una pirotecnia tontucia, que explote sin ton ni son y dilapide sus atractivos. La editorial Ipunto publica esta obra en la colección Arcano, de la que nos dice que contiene «novelas que se permiten unir licencias literarias, base histórica y hechos reales, con el único objetivo de atrapar al lector desde la primera página». A fe que con este Liber Hespericus lo han logrado sobradamente, y que la línea de la colección resulta muy prometedora si continúan por ese camino. La asturiana Covadonga Mendoza (Avilés, 1970), con tan sólo tres años de presencia en el circuito literario y tres novelas publicadas (La hermandad de los elegidos, Liber Hespericus y Otoño sangriento), ya es un nombre al que conviene prestar una atención respetuosa. Sabe lo que se hace, y lo hace bien.

2 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Ese noviembre queda muy lejos!!!

Leandro dijo...

(...) una novela en la que se pulsan y ponen en acción todos los mecanismos de un libro de género, que busca la etiqueta de best-seller (...) ¿Todos? ¡No! Faltan los templarios, vive el cielo