domingo, 9 de mayo de 2010

Increíble pero cierto




La imagen que se nos ofrece en el prólogo de esta obra no puede ser más exacta: cualquiera de nosotros, acodado en la barra de un bar, tomando el primer café de la mañana. Frente a nuestros ojos, abierto, el periódico del día. Y docenas de noticias desastrosas invadiéndonos: aumento del número de parados, desastres ecológicos, descubrimiento de fraudes bursátiles, políticos que expelen tonterías con sonrisa vampírica o sandia, opiniones banales de futbolistas de moda, titulares redactados por personas que aprobaron con dificultad la ESO... Y de pronto, sin que lo podamos prever, una noticia absurda, risible, disparatada, que nos ilumina el rostro y nos endulza el comienzo de la jornada laboral: una mujer que asegura haber parido una rana en Irán, una anciana que llama a la policía porque no encuentra sus gafas, una familia de Houston que se queja de que las cenizas de un familiar han sido sustituidas en el panteón por una bolsa de patatas fritas, un tipo que salta a un campo de fútbol completamente desnudo y pone en jaque a todos los responsables de seguridad o una campesina polaca que mantiene calmadas a sus vacas suministrándoles marihuana mezclada con el pienso. Seguro que alguna vez se han topado ustedes con noticias tan singulares como éstas, o incluso más, pero no han tenido la curiosidad de irlas recopilando.
Sí lo ha hecho el periodista radiofónico catalán Sebastián Maspons, que las ofrece ahora todas juntas en el volumen Increíble pero cierto, publicado por Libros Cúpula. Las distribuye en cinco bloques temáticos: Animalario, Trastadas, De todo un poco, Lo que necesitas es amor y Chorizos y cía, rebosantes de gracia y cuajados de informaciones hilarantes... y perfectamente serias. Todas indican la fuente de la que proceden (agencia EFE, Reuters, 20 minutos, El País, etc), para que nadie se deje llevar por la tentación de considerarlas exageradas o espurias. Y no faltan, desde luego, motivos sobrados para la suspicacia, porque algunos de los contenidos pueden dejar boquiabierto al lector más impasible. Por ejemplo, ¿qué cara se pone al recibir la noticia de que un señor de Teherán ha sacado un pez de su congelador y, después de varios días de estar metido en un bloque de hielo, éste ha comenzado a dar saltos, perfectamente vivo? ¿Y qué risa no nos sorprenderá cuando se nos explique que un desganado oso panda que vive en un zoo tailandés ha tenido que ser estimulado mediante vídeos porno para que consiga excitarse y tenga tratos sexuales con su pareja? ¿Y qué situación ridícula, bochornosa, casi inconfesable, tuvo que padecer un comprador de Boulder (Estados Unidos) cuando, después de sentarse en el inodoro de una tienda de bricolaje, descubrió que alguien la había embadurnado con cola superadhesiva? ¿Y cómo calificar la actuación de un joven de Triacastela, que, deseando irse de copas a la localidad lucense de Sarria (Lugo) y sin disponer de vehículo para el desplazamiento nocturno, no tuvo mejor idea que robar un enorme tractor y desplazarse con él? ¿Y qué opinaríamos de ese bando municipal que se hizo público en la localidad brasileña de Sao Paulo, donde se daba orden de no morir a los vecinos, mientras no hubiera un nuevo cementerio en el que cobijar los restos de los finados? ¿Y qué perplejidad nos asaltaría cuando se nos informase de que una mujer de Berlín llamó al teléfono de la policía, en plena madrugada, quejándose de que su marido no satisfacía sus ardores sexuales, por lo que exigía intervención de las fuerzas del orden?
Parecen bromas y no lo son: son informaciones reales de periódicos reales. Sebastián Maspons cita, como indicaba antes, la agencia de la que proceden y la fecha exacta, para que cualquier lector pueda comprobar por Internet que les está diciendo la verdad. La grandeza del ser humano (acciones humanitarias, actos de heroísmo, inventos prodigiosos) no conoce límites, eso lo sabemos de sobra desde hace mucho tiempo. Pero este libro sirve para corroborar que tampoco los tiene la estupidez de nuestra especie. Al menos (este volumen resulta muy útil en ese sentido), nos podemos echar unas risas comentando esta o aquella anécdota, de las que el libro nos ofrece una buena cantidad. Diversión indiscutible y garantizada.

2 comentarios:

Robert dijo...

Yo lo escucho en ATREVETE cada mañana y me parto con el. El libro es para desternillarse de risa, me parece muy buena la idea de recoger esas noticias y ponerlas juntas. Que bueno. Espero que haya continuación

Leandro dijo...

Yo no dudo de la realidad de la publicación de esas noticias, pero sí de las noticias mismas. Hay muchas formas de contar algo para hacerlo parecer gracioso, ridículo o simplemente llamativo, y nuestra prensa es especialista en eso. Bueno, en eso y en otras lindezas. Dentro del ámbito profesional en el que me muevo, he visto noticias publicadas que resultaban verdaderamente graciosas y/o grotescas, pero que no eran más que tergiversación de hechos normales, cuando no anodinos. Así que doy por hecho que en otros ámbitos cuyos entresijos desconozco actuarán más o menos igual